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  2. La guía secreta de la Hermandad de la Daga Negra
  3. Capítulo 53
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nerviosismo. Se disculpa y dice que probablemente ella debe de estar harta de que los hombres la miren así. Ella niega con la cabeza. Ningún macho me ha mirado nunca, murmura. Para sus adentros, Marissa piensa que ésa es una de las cosas más difíciles de ser la shellan de Wrath. Ningún macho —y muy pocas hembras— la miraba a los ojos por temor a lo que Wrath podría hacer. Dios, si todos supieran lo poco deseada que era.

El humano da un paso hacia ella. No puedo creer que los hombres no te miren, dice. El hombre le sonríe y sus ojos parecen tan cálidos, piensa ella. Marissa ha oído tantas historias sobre los humanos. La manera como odian a su raza y cómo quemarían a todos sus congéneres en la hoguera si pudieran. Pero éste no parece violento, al menos no hacia ella. ¿Cuál es tu nombre?, pregunta él. Ella se lo dice y luego él quiere saber si ella vive en esa casa. Ella niega con la cabeza.

Butch no le puede quitar los ojos de encima. Sabe que se está portando como un perfecto idiota, pero en realidad se muere por tocarla, sólo para asegurarse de que ella es real. ¿Te importaría que… pero cierra la boca. ¿Qué?, dice ella. ¿Puedo tocar tu pelo?, susurra él. Ella parece impactada y luego cruza por su rostro una mirada de determinación. Da un paso hacia él y él piensa que le encanta su olor. Huele a aire limpio. Ella baja la cabeza y un mechón de pelo cae hacia delante. Butch toma entre sus dedos aquellos sedosos cabellos. Suave, piensa. Muy suave.

Marissa cierra los ojos mientras que la mano del hombre se vuelve más osada. Ella siente el contacto de los dedos de él sobre su mejilla e instintivamente vuelve la cabeza hacia la palma de la mano. Marissa siente que su cuerpo comienza a estar tibio y el tiempo parece detenerse. Se siente confundida por el cambio que percibe en ella y un poco asustada por la atención de este macho. Pero le gusta. Le gusta su forma de mirarla.

En su casa, Havers ha pasado la noche paseando por el jardín. Sabe cómo sacar a Wrath de la vida de su hermana, pero el método va contra sus principios y su compromiso con la raza como curandero. Lleno de dudas, sube a la habitación de su hermana. Cuando descubre que ella no está, toma una decisión. Se desmaterializa y se proyecta hacia una parte fea de la ciudad. Con su ropa cara de marca, está completamente fuera de lugar entre todo el cuero y las cadenas que se ven en el centro. Comienza a recorrer las calles y los callejones.

Mientras Beth duerme profundamente, Wrath la deja un momento para ir a hablar con los hermanos. Cuando empuja el cuadro que hace de puerta secreta para abrirlo y sale al salón, ve a Butch y a Marissa muy juntos. Wrath se sorprende al percibir la atracción que hay entre ellos. Antes de que pueda decir algo, Rhage entra desde el comedor, con una daga en la mano. Se dirige a Butch, pues obviamente ha visto lo mismo que Wrath y cree que Marissa todavía es la shellan de Wrath. Pero la imponente voz de Wrath sorprende a Rhage, a Butch y a Marissa. Wrath nota con aprobación la manera como Butch protege instintivamente a Marissa con su cuerpo. Rhage sonríe y le arroja la daga a Wrath, pues obviamente supone que éste quiere matar al humano. Relájate, Rhage, murmura Wrath. Y déjanos solos.

Butch levanta la mirada hacia ese gigante, pensando en Beth y ahora también preocupado por la rubia que está detrás de él. Siente un movimiento y se da cuenta de que Marissa se interpone entre él y el traficante. Como si pudiera protegerlo. Butch comienza a protestar cuando Marissa habla enérgicamente en una lengua que él no reconoce. Ella y el traficante hablan un momento y luego el traficante sonríe. Entonces se acerca y besa a Marissa en la mejilla. Y después, con un rápido movimiento, el traficante estira los brazos por detrás del cuerpo de Marissa y agarra a Butch del cuello. Desde detrás de sus gafas oscuras, el hombre parece observar el fondo del cráneo de Butch. Marissa comienza a forcejear contra el pecho del traficante pero no logra moverlo. El traficante esboza una sonrisa y le susurra a Butch en el oído: ella siente curiosidad por ti. No estoy en desacuerdo, pero si le haces daño, yo… Butch lo interrumpe, cansado de que la gente lo amenace con matarlo. Sí, sí, ya sé, murmura. Me quitarás la cabeza de un mordisco y me dejarás en la calle hasta que me muera. Los labios del traficante se abren y, cuando el hombre sonríe, Butch frunce el ceño. Hay algo extraño en los dientes de este hombre, piensa.

Beth se vuelve y se siente tensa. Busca a Wrath a tientas y cuando ve que él no está ahí, abre los ojos. Todavía puede ver bien. Se levanta y se mira el cuerpo. Se siente igual. Se mueve un poco. También funciona igual. Se pone una bata negra que huele a Wrath y sube. Al subir las escaleras nota que no se fatiga por el ejercicio. Lo cual es una ventaja, piensa. Tal vez todo el asunto de ser vampiresa tenga algunos beneficios.

Cuando llega al final de las escaleras, le lleva un minuto descubrir cómo abrir la puerta secreta. Y luego sale al salón. Butch está allí, acompañado de una rubia hermosísima. Los dos están sentados en el sofá y ambos levantan la vista. Butch se le acerca y le da un abrazo. Beth puede sentir que la rubia la observa con detenimiento, como si la estuviera evaluando centímetro a centímetro. Pero no hay hostilidad en los ojos de la rubia. Sólo curiosidad y algo extrañamente parecido a la reverencia. Butch las presenta y cuando Beth pregunta dónde está Wrath, él le dice que está en el comedor.

Beth atraviesa el vestíbulo y se detiene cuando ve a un grupo de hombres de apariencia peligrosa sentados alrededor de una mesa hermosamente servida. La escena es totalmente incongruente. Todos esos matones vestidos con ropa de cuero comiendo con cubiertos de plata. Luego ve a Wrath. Está sentado a la cabecera de la mesa. En cuanto la ve en el umbral, corre hacia ella. La toma entre sus brazos y la besa con ternura. Beth se da cuenta vagamente de que el salón se ha quedado en silencio y que los otros hombres la miran fijamente. Wrath le pregunta en voz baja cómo se siente y ella tarda un poco en convencerlo de que se siente bien. Él le pregunta si tiene hambre y ella dice que tiene el más extraño deseo de comer chocolate y tocino. Wrath sonríe y le dice que le va a traer ambas cosas de la cocina. Cuando él da un paso hacia atrás, parece darse cuenta de que debe presentarla. Así que va señalando a todos los hombres de la mesa y va diciéndole sus nombres y luego la presenta a ella. Después de decir su nombre, usa una palabra que ella no reconoce y luego se va para la cocina.

Beth lo ve irse y luego oye un estruendo en el comedor, al tiempo que los hombres echan sus asientos hacia atrás y se levantan en grupo. Cada uno tiene una daga en su mano y comienzan a acercársele, moviéndose como si tuvieran un propósito común. A ella le invade el pánico y retrocede hasta el rincón. Cuando está a punto de llamar a Wrath a gritos, los hombres se arrodillan sobre una pierna, formando un círculo alrededor de ella, inclinan la cabeza y clavan sus dagas en las tablas del suelo a los pies de Beth. Las empuñaduras tiemblan por la fuerza del impacto y las hojas de las dagas brillan con la luz de las velas. Umm, yo también estoy encantada de conoceros, dice ella con un hilillo de voz. Los hombres levantan la vista al oír su voz. Sus rostros duros tienen una expresión de reverencia y sus ojos brillan con adoración.

En la parte fea de la ciudad, Havers siente que el amanecer está cerca y le preocupa perder la determinación, cuando un restrictor por fin empieza a seguirlo. Justo cuando el restrictor lo va a atacar, Havers lo detiene y le ofrece información sobre un gran vampiro guerrero. El restrictor se queda quieto. Havers señala que él es un don nadie, pero si el restrictor quiere cazar a un vampiro de verdad, debe conseguir refuerzos e ir hasta el otro extremo de la ciudad. Havers le da la dirección de la casa de Darius, donde sabe que Marissa se ha estado encontrando con Wrath.

Entretanto, de regreso al salón de la mansión, Butch y Marissa están hablando y de pronto ella dice que tiene que irse. ¿Por qué?, pregunta él. Y ¿adónde? ¿Cuándo puedo volver a verte? Ella dice que no sabe. ¿Podrían almorzar juntos? ¿O cenar? ¿Qué vas a hacer mañana por la noche?, pregunta él. Marissa sonríe. Le resulta extraño recibir tanta atención. Pero le gusta. Marissa considera los posibles lugares donde podrían encontrarse y decide que, curiosamente, ver al humano en la casa de Darius le parece bien. Así que le dice a Butch que lo verá al día siguiente por la noche. Luego él se ofrece a llevarla hasta su casa. Ella dice que se irá por su cuenta. Se levanta y, olvidándose de que Butch es humano, se desmaterializa delante de él.

Butch se levanta del sofá de un salto y mira a su alrededor. Corre hacia el lugar donde ella estaba y palpa el aire. Luego se agarra la cabeza con las manos y decide que se está volviendo loco. En ese momento, Wrath y Beth aparecen en la puerta. Butch da media vuelta y comienza a tartamudear. Beth le sonríe, da un paso hacia delante y lo toma de la mano. Butch, tengo algunas cosas que contarte, dice.

Cuando sale el sol, el señor X abre la academia de artes marciales. Todavía no está contento con la captura de vampiros. El que capturó anoche se murió demasiado pronto. El señor X entra en Internet y encuentra un mensaje. Es del señor C. El señor X llama al otro restrictor y cuando cuelga el teléfono tiene una sonrisa en la cara. En ese momento, Billy Riddle entra en su oficina y le dice que ha considerado la oferta que le hizo y quiere aceptarla. El señor X se levanta y le pasa un brazo por los hombros. Es el momento perfecto, dice. Necesito ayuda en una nueva misión. Billy pregunta si lo harán esa noche. El señor X niega con la cabeza. Esta noche tendremos que iniciarte, hijo. Luego podrás salir a cazar.

Esa tarde, Beth se despierta en brazos de Wrath, quien la está mirando con gesto serio. ¿Qué sucede?, pregunta ella. Wrath la besa con dulzura. Le dice que la ama y quiere ser su protector, su guerrero. Quiere estar con ella el resto de su vida. Ella lo envuelve con sus brazos y le responde que eso es exactamente lo que ella está pensando. Él sonríe y dice que organizarán la ceremonia tan pronto se oculte el sol. ¿Nos vamos a casar?, pregunta ella. Él asiente con la cabeza y añade que le pedirá a Wellsie, la

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