la que nunca volvería, una vida de privilegios… prohibiciones… y doradas degradaciones.
De entre el enredo, sacó una bufanda. Regresó al garaje con la tira de satén color rosa pálido. Cogió una lata de gasolina y una caja de cerillas… Y no dudó. Caminó entre el valioso remolino de rasos y sedas, empapado con el transparente y dulce carburante, y se situó contra el viento mientras buscaba una cerilla.
Prendió la tira de seda y luego la tiró sobre el montón de telas.
La explosión fue superior a lo que había esperado: una gran bola de fuego que la tiró hacia atrás y le achicharró la cara.
Cuando las llamas anaranjadas y el humo negro se elevaron hacia el cielo oscuro, ella se puso a gritar como si estuviera a las puertas del infierno.
Amante confeso, CAPÍTULO 28
Tenía una idea muy clara de ese incendio, con ella corriendo alrededor de los vestidos en llamas, gritando; era una estupenda representación temporal del cambio interno que estaba sufriendo, una manera de borrar el pasado, como preparación para seguir hacia delante.
Y, caramba, vaya si lo logra. Una de mis escenas favoritas de toda la saga es cuando Marissa le da una bofetada a su hermano y a todo el Consejo de Princeps, durante la votación sobre la sehclusion obligatoria para las hembras de la aristocracia que no tienen pareja (capítulo 45). Marissa se levanta, confirma su estatus como cabeza de su linaje, porque es mayor que Havers, y vota en contra, poniéndole fin a la discusión y a la restricción. Eso representaba un cambio de ciento ochenta grados con respecto a su situación en aquel baño, pues ya no está bajo el control de la glymera, sino que está afirmando su control sobre ellos.
También me gusta cómo termina Marissa. Ella es la persona perfecta para dirigir Safe Place. Además, es agradable que, después de años de conflictos, Wrath y ella puedan trabajar juntos, porque eso le da la oportunidad a Wrath de probarle a Marissa una y otra vez que realmente la respeta.
Como nota al margen, en lo que se refiere a las hembras de la saga, es significativo que, al final de Amante confeso, las shellans se reúnan todas en la oficina de Marissa y Beth les entregue una pequeña escultura de un búho. Esa escena muestra un aspecto de las shellans que todavía no he tenido oportunidad de desarrollar en ningún libro: el hecho de que, al igual que los hermanos, ellas también estén unidas mutuamente de una manera especial.
Pero volvamos a Butch. Al final del libro, durante su inducción a la Hermandad, está claro que tampoco se siente completo con el nuevo papel que tiene en el mundo:
Wrath se aclaró la garganta, pero aun así, la voz del Rey sonó ligeramente ronca.
—Eres el primer recluta en setenta y cinco años. Y… eres digno de la sangre que tú y yo compartimos, Butch, de mi linaje.
Butch dejó caer la cabeza sobre los hombros y lloró sin disimulo… pero no de felicidad, como ellos suponían.
Lloró por el vacío que sentía.
Porque a pesar de lo maravilloso que era todo, se sentía vacío por dentro.
Sin Marissa, su compañera, no era nada. Vivía, aunque no estaba verdaderamente vivo.
Amante confeso, CAPÍTULO 48
Sin Marissa, él es menos que cero y eso es cierto para todos los hermanos. Después de haber elegido compañera por fin se sienten completos y cortar su relación los conduce a una depresión irreparable (estoy pensando en Tohr). Por fortuna para Butch, Marissa y él logran solucionar sus problemas y se reúnen al final.
Y hablando de uniones… hablemos un poco de sexo. Butch me hizo sonrojar muchas veces. Muchas, muchas veces.
Tal vez fue porque, de todos los hermanos, él era el que más solía hablar cuando estaba haciendo el amor. O tal vez, su forma de tratar a Marissa por su virginidad. O tal vez sólo sea que, sinceramente, creo que él es muy sensual. Sea cual sea la razón, creo que el libro de Butch es, hasta ahora, el más cargado de sexo.
Así que tiene sentido que tratemos el tema del sexo cuando estamos hablando de su libro.
De vez en cuando me preguntan en las entrevistas cómo me siento escribiendo libros con tanto sexo y si lo hago para satisfacer la demanda del mercado, que quiere contenidos cada vez más eróticos. Es cierto que, a lo largo de los últimos cinco años o un poco más, las novelas románticas se han ido volviendo más y más sexuales y el mercado de lo erótico ha crecido significativamente. Cuando comencé a escribir la saga de los hermanos, estaban empezando a ganar importancia muchas de las publicaciones electrónicas que son hoy tan populares y poco después una serie de editoriales de Nueva York desarrollaron también líneas editoriales más eróticas. El mercado estaba evolucionando, lo cual fue una suerte para mí.
Desde el comienzo sabía que los hermanos iban a ser más explícitos a nivel sexual que mis anteriores novelas contemporáneas. Y era consciente de que la saga iba a llevar a los lectores en direcciones que no tenían cabida en mis otros libros (por ejemplo, la adicción de Rhage al sexo, las disfunciones sexuales de Z, las predilecciones de V). Pero una vez dicho esto, debo aclarar que no me dirigí específicamente al mercado erótico. Los hermanos sencillamente era muy sexuales y sus escenas con hembras que yo veía en mi cabeza eran ardientes. Así que para mantenerme fiel a la regla número ocho (sí, otra vez escuchar mis propias ideas), escribí lo que tenía en la cabeza. ¿Alguna vez pensé: Ay, por Dios, ¡no puedo creer que acabe de escribir eso!? ¡Claro! Pero la cuestión es que las escenas de sexo siempre representan un avance emocional y ésa es la razón por la que, a pesar de lo gráficas que puedan llegar a ser, no siento que sean gratuitas.
Veamos, por ejemplo, la escena en que Rhage es encadenado a la cama… o cuando Z monta a Bella en su período de fertilidad… o cuando Marissa finalmente se alimenta de la vena de Butch en la parte trasera del Escalade. Todas esas escenas son muy eróticas, pero la dinámica de las relaciones cambia después de haber sucedido, ya sea para bien o para mal. Creo que tal vez ésa es una diferencia entre las novelas románticas y las estrictamente eróticas. En las novelas románticas, el sexo afecta a los vínculos emocionales de los personajes y fortalece las conexiones. En las novelas estrictamente eróticas, el acto o la exploración sexual son en sí mismos el objetivo.
¿Que si pienso que el mercado seguirá esa misma tendencia? No me sorprendería que lo hiciera. La predicción es un deporte arriesgado, pero parece haber un apetito constante por libros con algo de pasión. Estoy bastante segura de que la popularidad de los subgéneros seguirá oscilando y que llegarán nuevos géneros que todavía no nos podemos imaginar. Pero creo que la tendencia general de la sexualidad probablemente se quede donde está.
Y hablando de sexualidad… quisiera referirme a Butch y V.
¿Por dónde empezar?
La primera vez que presentí que su relación iba a tener un componente sexual fue en aquella escena de Amante oscuro, cuando Butch y V pasan el día juntos en el cuarto de huéspedes de la casa de Darius. Había algo muy íntimo en la imagen de esos dos, acostados en esas camas, borrachos, conversando. Y luego se mudaron juntos a la Guarida y se volvieron inseparables. Para ser sincera, desde el comienzo tenía claro qué era lo que V sentía por Butch y también era consciente de que Butch no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero decidí dejar esa situación así y no hacer nada. No sabía cómo controlarla. O cómo reaccionarían los lectores ante ella.
A veces hago eso. Tengo historias completas que suceden en el universo de la Hermandad pero que no incluyo en los libros y las dejo al margen por una serie de razones. La mayor parte de las veces tiene que ver con el foco de la historia y temas relacionados con la extensión de los libros. Por ejemplo, la historia corta que aparece al principio de este volumen sobre Z, Bella y Nalla ha estado en mi cabeza cerca de dieciocho meses, pero no había dónde ponerla en ninguno de los libros.
Algunas veces, sin embargo, dejo historias porque no sé bien cómo controlarlas. Mientras escribía los tres primeros libros, empecé a ver todas esas escenas entre Butch y V, algunas de las cuales quedaron registradas negro sobre blanco y otras no, y todas me fascinaban. Todo el tiempo me decía: «Bien, ¿cuándo se va a dar cuenta Butch de lo que le sucede a su compañero de casa? ¿Y cuál va a ser su reacción cuando sepa lo que V siente por él?».
Mientras seguía avanzando, la pregunta que me hacía era: «¿Debería escribir esto negro sobre blanco?». Y si la respuesta era positiva, ¿cuándo? Después de un tiempo decidí dar el salto. Tal como lo veía, ya me había sumergido en aguas turbulentas a lo largo de los tres primeros libros y las cosas habían salido bien. Pero, más importante aún, la historia merecía esa clase de honestidad.
Y Amante confeso era la ocasión perfecta para hacerlo.
Cuando Butch es secuestrado al comienzo del libro, la manera obsesiva que tiene V de afrontar el rescate recuerda un poco el modo en que Z decide buscar a Bella en Amante despierto. Sin embargo, en este caso la obsesión se podría explicar porque V y el policía eran muy amigos. Yo sabía que tenía que dejar muy claro que las cosas iban más allá de una amistad en el caso de V, y la escena en que él va a ver a Butch para curarlo, cuando está en cuarentena, y lo sorprende con Marissa fue el momento en que decidí exponer esos sentimientos ante el lector desde el punto de vista de V:
Butch cambió de posición y tumbó de espaldas a Marissa para subírsele encima. Al hacerlo su pijama se abrió, los tirantes se aflojaron y quedaron al aire su espalda musculosa y su potente trasero. El tatuaje en la base de la columna vertebral se desfiguraba con cada movimiento. Apretujó sus caderas entre la falda de ella, con una erección dura como una piedra. Las largas y elegantes manos de la hembra serpentearon alrededor de las nalgas de él hasta engarzarse en los glúteos desnudos y redondeados.
Ella lo arañó y Butch ladeó la cabeza, sin duda para exhalar un gemido.
¡Por Dios santo! V podía oír los jadeos… sí… podía oírlos. Y sin saber de dónde surgió, un extraño y anhelante sentimiento de tristeza lo traspasó. Mierda. ¿Exactamente qué papel desempeñaba él en aquel escenario?
Amante confeso, CAPÍTULO 11
La descripción dejaba bien claro qué (o a quién) quería… y no era precisamente a Marissa. Tengo que admitir que estaba un poco alarmada. Ya antes había hecho sugerencias sobre los «intereses poco convencionales» de V, pero siempre me había referido al sadomasoquismo y no al hecho de que él también había estado con machos. Y ahí estábamos… uno de los héroes principales de la saga… sintiéndose atraído por otro héroe principal.
Butch no es bisexual. Nunca le han gustado los hombres. Si tuviera que definirlo, diría que él es un V-sexual, por llamarlo de alguna manera. Hay algo en su relación con Vishous que cruza la frontera de lado a lado, y hay que reconocer que el policía no sale corriendo ni se asusta. Él