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  2. La guía secreta de la Hermandad de la Daga Negra
  3. Capítulo 29
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veo con nuevos ojos, y si no logro hacer ese receso, siento que el borrador no se cierra tan bien como debería. Cuando regreso al libro, suelo pasar otras seis semanas haciendo el trabajo pesado de corregir el orden de las escenas, poner las pausas de los capítulos en el momento justo y afinar la intensidad emocional. Luego estoy otro par de semanas puliendo, puliendo y puliendo.

En ese momento ya tengo los ojos vidriosos, porque cuanto más me acerco al final, más largos se vuelven mis días; por lo general, las últimas dos semanas antes de entregar cualquier manuscrito trabajo entre catorce y dieciséis horas diarias. Cuando llega la noche del jueves que tengo que enviar el manuscrito (siempre es un jueves para que lleguen el viernes), imprimo todo el libro, me subo al coche como un zombi, vestida con unos pantalones de chándal que ya están rucios, y atravieso la ciudad hasta Kinko’s, desde donde le envío el paquete a mi editora por FedEx para que le llegue al día siguiente.

Las cajas con los manuscritos suelen pesar alrededor de tres kilos y medio y me cuesta cien dólares enviarlas.

Después de que mi editora haya leído el material, discutimos lo que creemos que está bien y lo que podría ser más fuerte. También hablamos sobre lo que tal vez resulta un poco excesivo para el mercado, ya sea en términos de sexo o violencia. Lo que más me gusta de mi editora es que ella me deja ser fiel a lo que veo en mi cabeza y no me impone nada. Es una colaboración centrada en asegurarnos de que lo que tengo en la cabeza quede registrado en la página de la mejor manera posible, y todos los cambios o añadidos son decisión mía y de nadie más.

Después de esa discusión editorial, regreso y vuelvo a trabajar en el manuscrito, afinándolo, buscando las palabras más precisas, ampliando donde es necesario hacerlo. En ese momento los capítulos ya han quedado organizados, el orden de las escenas ya está decidido y ya hay armonía entre los picos y valles emocionales y de acción, de manera que el trabajo es básicamente de ajuste. Eso, y revisión de estilo. Soy increíblemente obsesiva y perfeccionista en lo que se refiere a las palabras, el diálogo y la fluidez de la narración, y reviso cada palabra del manuscrito una y otra vez. Siempre siento que las cosas pueden mejorar.

Esta etapa del proceso dura generalmente unas seis semanas y el manuscrito va aumentando en número de páginas a medida que superamos cada fase. En mi caso, el primer borrador suele tener cerca de quinientas páginas, a doble espacio, en Times New Roman de doce puntos. (Por alguna razón, no soy capaz de escribir en Courier, aunque muchos escritores lo hacen; esa fuente ahoga mi voz). Cuando termino de revisar el borrador, el manuscrito suele tener alrededor de seiscientas páginas.

Al terminar las revisiones, hago otro viaje hasta Kinko’s, otro jueves por la noche, haciendo otra vez una representación de La noche de los muertos vivientes en chándal. Por lo general mi editora y yo sólo hacemos una ronda de revisiones, pero no porque yo sea una escritora maravillosa ni un genio, sino porque soy realmente muy crítica con mi propio trabajo y trato de enviar el material lo más limpio que puedo.

Luego sigue la corrección de estilo. Después de que mi editora haya leído otra vez el libro entero y lo apruebe para publicación, el manuscrito pasa a manos de un corrector que lo revisa en busca de palabras extrañas, dudas gramaticales, errores ortográficos en los nombres de marcas, problemas de continuidad entre escenas e inconsistencias en la cronología de los acontecimientos. También inserta las indicaciones tipográficas, lo cual parece como un código Morse de puntos y rayas hechas con lápiz rojo.

Probablemente debería confesar que creo que debe ser una pesadilla corregir mis manuscritos porque en mis libros uso muchos giros del lenguaje coloquial. Personalmente, pienso que el llamado «lenguaje coloquial» es mucho más interesante y apropiado que el «lenguaje culto»; tiene una pasión y una potencia de la que carece el lenguaje elevado y rebuscado. Le estoy muy agradecida a mi correctora, porque ella no trata de darme en la cabeza con el Chicago Manual of Style (la Biblia de la corrección gramatical en inglés).

Cuando me devuelven el manuscrito corregido, lo reviso, respondo las dudas que encuentro en los márgenes, anulo o acepto cualquier añadido o supresión de una palabra y arreglo los aspectos que mi editora y yo hemos ido encontrando a lo largo de las revisiones. Por lo general mis manuscritos salen bastante limpios, pero todavía logro encontrar cosas que me mortifican. Cuando leo mis textos, es como si pasara la mano por una tela que debería ser completamente lisa, sin costuras. Las cosas que no fluyen con suavidad me irritan horriblemente y tengo que trabajar y trabajar las palabras hasta que ya no sienta asperezas.

Después de enviar el manuscrito ya corregido, el siguiente paso son las galeradas. Las galeradas son una impresión exacta de cómo se verá el libro; imagínense que abren el libro en cualquier página, pues las galeradas son una reproducción de las dos páginas, una al lado de la otra. Reviso nuevamente el libro en este formato y siempre me complico y trato de hacer demasiados cambios. Nunca estoy totalmente satisfecha.

Así que ése es el proceso, y tengo que decir que fue complicado con Zsadist, porque no quería escribir algunas de las escenas del libro y mucho menos editarlas. Sencillamente, no puedo abrir el libro de Z. Ni siquiera lo hice para este compendio, a pesar de que tuve que revisar minuciosamente los demás libros para elegir los fragmentos que cito.

Lo cual es extraño, porque de todos los machos y los hombres sobre los que he escrito, Zsadist es mi favorito. Sin excepción. Pero hay muchas cosas en su historia que son realmente dolorosas.

¿Qué escenas me afectaron? Todavía las tengo tan frescas en la memoria que no necesito abrir Amante despierto para recordarlas. Una de las más duras de escribir fue la secuencia en que Z es conducido al que será su calabozo durante los siguientes cien años, por el guardia al que solía servirle cerveza cuando todavía era ayudante de cocina. Acaba de ser violado por su Ama por primera vez; es muy inocente y está herido y aterrorizado. Ninguno de los machos se atreve a mirarlo o tocarlo o compadecerlo. Piensan que es repugnante, aunque es una víctima. Mientras va caminando y llorando, con los restos de lo que el Ama ha usado para violarlo todavía sobre su cuerpo, sentí que el corazón se me rompía.

Es horrible.

Otra escena que me impresionó mucho fue cuando Bella encuentra a Z en el suelo de la ducha, restregándose afanosamente, tratando de limpiarse para que ella se pueda alimentar de su vena. Se está haciendo daño, pero sin importar la cantidad de jabón que se eche, o la fuerza con que se limpie, todavía se siente absolutamente impuro.

Luego está la escena en la que Z la obliga a hacerle daño para poder terminar sexualmente.

Pero también hay partes que no quiero volver a leer y que no son sobre Z.

Al adentrarme en el libro yo sabía que la muerte de Wellsie iba a ser difícil para los lectores. Fue difícil para mí. Lloré cuando escribí la escena en la que Tohr se halla en la oficina del centro de entrenamiento con John Matthew y está llamando a su casa, con la esperanza de que Wellsie responda y suplicando que ella se encuentre bien. Tan pronto marca el número una vez más, la Hermandad aparece en la puerta de la oficina. En ese momento salta el contestador automático y se escucha la voz de Wellsie; es entonces cuando le dicen a Tohr que ella ha sido asesinada.

Algunos lectores y otros escritores me han dicho que fui muy valiente al matar a un personaje principal. Otros se han sentido realmente decepcionados por mi elección creativa. Aunque respeto las dos perspectivas, la cosa es que, para mí, no fue un asunto de valor ni de elección. Eso sencillamente fue lo que pasó. A lo largo de todo el tiempo sabía que Wellsie iba a ser asesinada; lo único que me sorprendió fue que sucediera tan pronto en la serie. Pensé que ocurriría más adelante, pero el asunto es que las escenas que veo en mi mente no siempre llegan en orden cronológico, así que no siempre sé cuándo sucederán.

Como anotación al margen, debo decir que quienes tuvieron problemas con su muerte se sintieron más conformes cuando les expliqué que no se trataba de un cálculo melodramático, de una treta de escritor, y que me sentía fatal por esa muerte. Creo que si trabajas con personajes con los cuales los lectores establecen una conexión importante, y sucede algo malo, es menos probable que los lectores se sientan injustamente manipulados si tú muestras que eres todo menos indiferente frente a la situación, y que, de hecho, tienes el corazón desecho y estás preocupada y triste.

Pero hablemos un poco más de Z…

Bella debería haber tenido más espacio.

En los libros de la Hermandad, mis heroínas no siempre reciben suficiente atención o espacio, y yo conozco la razón. Una de mis debilidades como escritora, y eso se ve en la saga, es que me meto tanto en la cabeza y la vida de mis héroes que los personajes femeninos corren el riesgo de quedar eclipsados.

Verán, lo bueno con los hermanos es que los veo con mucha claridad.

Y lo malo con los hermanos es que los veo con mucha claridad.

Elegir qué dejar y qué sacar es difícil para mí, y no sólo en lo que se refiere a la vida de los hermanos. La saga en su totalidad siempre está progresando en mi cabeza: se producen cambios en la guerra; Wrath está cada vez más enfrentado con la glymera; se presentan desafíos en las relaciones de los hermanos que ya tienen su libro y esos desafíos son superados. Nada se mantiene estático en el universo de la Hermandad y no siempre sé qué dejar de lado.

Pero volvamos a Bella como ejemplo de ello. Quisiera haberle dedicado más tiempo a mostrar cómo la afectó emocional y psicológicamente la experiencia de haber sido secuestrada por el señor O. En el libro se habla un poco de lo que sucede después, pero podría haber contado más. Claro, ella tiene la (dudosa) satisfacción de matar a su secuestrador al final, pero creo que habría podido dar más información sobre cómo Bella afrontó su secuestro, para que los lectores supieran dónde estaba ella y cómo se sentía.

¿En cuanto al romance? Bella era perfecta para Zsadist, prácticamente fue la única hembra que me pude imaginar con él (y en realidad él es el único macho lo suficientemente fuerte para que ella lo respete… Vamos, ¡Bella es la hermana de Rehvenge!).

Sencillamente son una gran pareja… recuerdo la primera vez que se encuentran en Amante eterno. Z está golpeando un saco de boxeo en el gimnasio y Bella lo interrumpe. Ella se siente atraída hacia él de inmediato, mientras lo observa desde atrás, e incluso cuando él da media vuelta y ella ve la cicatriz de la cara y recibe una buena dosis de su agresividad, sigue sintiéndose atraída hacia Z (capítulo 9).

El germen de lo que luego será su relación se sitúa hacia el final de ese libro. En la

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