negra]. Sí.
Ah… porque un regalo para Beth es un regalo para Wrath. Y estoy segura de que los productos de limpieza para coches son para los tres chicos, para que le den un buen masaje a la Hummer de Qhuinn. Pero no hay nada para…
Z: No existe nada que se le pueda comprar. No hay nada que quiera y un regalo haría que se sintiera peor.
Tohr. Por Dios, Tohr…
Después de que Z pagara con una American Express negra, pasamos frente al guardia de seguridad, que mira las bolsas rojas y blancas como si tuviera visión de rayos X y pudiera detectar armas en ellas, aunque en esa tienda no se venden armas de fuego.
Fuera, ayudo a Z a meter las compras en el minúsculo asiento trasero del Porsche. Son demasiadas y termino con algunos paquetes a los pies y sobre las piernas.
Guardamos silencio durante todo el viaje a casa, hasta que llegamos a la nube de mhis que rodea el complejo. Cuando el paisaje se vuelve borroso de nuevo, miro a Z.
J. R.: Gracias por llevarme.
Hay una pausa, una pausa tan larga que me imagino que no va a haber ninguna respuesta. Pero luego frena, al llegar a las puertas de la mansión.
Z: [Mientras me mira de reojo y hace un gesto de asentimiento con la cabeza]. Gracias por acompañarme.
AMANTE DESPIERTO
Personajes
Zsadist
Bella
Phury
John Matthew
Rehvenge
Señor O
Señor X
Señor U(stead)
Wellsie
Tohr
Sarelle, prima de Wellsie
Lash, hijo de Ibex
Qhuinn, hijo de Lohstrong
Blaylock, hijo de Rocke
Catronia (dueña de Z cuando era esclavo de sangre)
Sitios de interés (todos en Caldwell, NY, a menos que se indique otra cosa)
Mansión de la Hermandad, ubicación desconocida
Granja de Bella, calle privada que sale de la carretera 22
Centro de persuasión de la Sociedad Restrictiva, al este de la Montaña Big Notch, a media hora en coche del centro
Casa de Tohr y Wellsie
Casa familiar de Rehvenge
ZeroSum (calle Trade esquina con la calle Décima)
Resumen
Zsadist, un antiguo esclavo de sangre y el miembro más temido de la Hermandad de la Daga Negra, encuentra el amor cuando rescata a una hermosa hembra de la aristocracia de las manos de un restrictor violento y obsesivo.
Primera línea: ¡Maldición, Zsadist! ¡No saltes!
Última línea: Bella… y Nalla.
Publicado en: febrero de 2008
Número de páginas: 472
Número de palabras: 136.807
Primer borrador escrito en: noviembre 2005-marzo 2006
Comentarios sobre el proceso de escritura
Creo que con Z comenzaré con algo tomado de Amante oscuro. Esto está al principio del libro, cuando Wrath reúne a la Hermandad después del asesinato de Darius a manos del señor X, el jefe de los restrictores. Zsadist hace su entrada, por decirlo así, de esta manera:
La puerta principal se abrió de golpe, y Zsadist entró en la casa.
Wrath lo miró sardónico.
—Gracias por venir, Z. ¿Has estado muy ocupado con las hembras?
—¿Qué tal si me dejaras en paz?
Zsadist se dirigió a un rincón y permaneció alejado del resto.
Amante oscuro, CAPÍTULO 4
La primera vez que vi a Zsadist entrar a esa casa de esa manera, supuse que era un antagonista. Tenía que serlo. Su energía era demasiado negativa y agresiva para ser un héroe. Y luego la impresión empeoró, con esta escena en la que Beth se despierta y descubre que él está con ella:
El hombre impresionante que estaba ante ella tenía los ojos negros, inanimados, y un rostro de duras facciones surcado por una cicatriz dentada. Su cabello era tan corto que prácticamente parecía rasurado. Y sus colmillos, largos y blancos, estaban al descubierto.
Ella gritó.
Él sonrió.
—Mi sonido favorito.
Beth se puso una mano sobre la boca.
Dios, esa cicatriz. Le atravesaba la frente, pasaba sobre la nariz y la mejilla, y giraba alrededor de la boca. Un extremo de aquella espeluznante herida serpenteante torcía su labio superior, arrastrándolo hacia un lado en una permanente sonrisa de desprecio.
—¿Admirando mi obra de arte? —pronunció él con lentitud—. Deberías ver el resto de mi cuerpo.
Los ojos de ella se fijaron en su amplio pecho. Llevaba una camisa negra, de manga larga, pegada a la piel. En ambos pectorales eran evidentes unos anillos pequeños bajo la tela, como si tuviera piercings en las tetillas. Cuando volvió a mirarlo a la cara, vio que tenía una banda negra tatuada alrededor del cuello y un pendiente en el lóbulo izquierdo.
—Hermoso, ¿no crees? —Su fría mirada era una pesadilla de lugares oscuros sin esperanza, del mismo infierno.
Sus ojos eran lo más aterrador de él.
Y estaban fijos en ella como si estuviera tomándole las medidas para una mortaja. O seleccionándola para el sexo.
Ella movió el cuerpo lejos de él, y empezó a mirar a su alrededor buscando algo que pudiera usar como arma.
—¿Qué pasa, no te gusto?
Beth miró hacia la puerta, y él se rió.
—¿Piensas que puedes correr con suficiente rapidez? —dijo él, sacándose los faldones de la camisa de los pantalones de cuero que llevaba puestos. Sus manos se posaron sobre la bragueta—. Estoy seguro de que no puedes.
Amante oscuro, CAPÍTULO 29
Sí, muy bien, definitivamente no era un héroe. Pero las voces de mi cabeza estaban gritando que él iba a tener su propio libro e iba a terminar con un final feliz.
Ah, genial. Fantástico. Y no fue la última vez en el proceso de escribir esta serie en que me descubrí pensando: «Esto tiene que ser una broma, eso es imposible de lograr».
Al final de Amante oscuro, sin embargo, ya estaba seducida… y totalmente inclinada a escribir la historia de Z. Para mí, los momentos claves para tomar esa decisión fueron dos escenas de ese libro. Una es cuando Beth se encuentra con Zsadist en la despensa, mientras están preparando la comida para su ceremonia de apareamiento (capítulo 43). En esa conversación, Z revela que no tiene intención de hacerle daño a Beth y que no le gusta que lo toquen. La otra escena sucede inmediatamente después de la ceremonia. Cuando la pareja pronuncia sus votos y terminan de grabarle el nombre, la Hermandad les ofrece una serenata:
Entonces, una voz fuerte comenzó a sobresalir entre las demás, entonando las notas cada vez más altas. El sonido del tenor resultaba tan claro, tan puro, que erizaba la piel, era como un cálido anhelo en el pecho. Las dulces notas volaron hasta el techo con toda su gloria, convirtiendo la estancia en una catedral y a los hermanos en su altar.
Haciendo descender el cielo tan cerca como para rozarlo.
Era Zsadist.
Cantaba con los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y la boca completamente abierta.
Aquel hombre cubierto de cicatrices, y sin alma, tenía la voz de un ángel.
Amante oscuro, CAPÍTULO 45
Al terminar Amante oscuro, estaba tan desesperada por escribir la historia de Z que, por primera y única vez hasta ahora, decidí el orden de los libros en contra de lo que tenía pensado. Se suponía que Z sería el último de ellos, el que cerraría la serie de diez (que incluía a Wrath, Rhage, Butch, V, Phury, Rehvenge, Payne, John Matthew y Tohrment). Pero el problema era que, cuando vendí la serie de la Hermandad, el primer contrato que firmé fue por tres libros. En el momento en que se cerró el trato, los relatos de romances paranormales estaban de moda, pero ya se estaba empezando a especular sobre el momento en que el mercado llegaría al límite y comenzaría a caer en términos de popularidad. Así que no estaba segura de poder llegar a escribirlos todos.
Optimista, ¿verdad?
Cuando terminé Amante oscuro y comencé a hacer el esbozo de Amante eterno, sabía que, si no ponía a Zsadist sobre el papel entonces, quizás no lo haría nunca. Así que decidí adelantarlo.
Escribir la historia de Z fue desgarrador y hubo momentos en los que tuve que levantarme y alejarme del ordenador. Pero salió tal y como lo había concebido y lo quiero más que a cualquier otro héroe sobre el que haya escrito. Pero fue difícil. Z era un verdadero sociópata. La dificultad estribaba en cómo presentarlo de una manera que fuera congruente con su patología y, al mismo tiempo, hacerlo lo suficientemente atractivo para que los lectores vieran lo que yo veía en él y entendieran la razón por la cual Bella se enamora de él.
Había dos elementos claves. Uno era la forma de reaccionar de Z ante el secuestro de Bella y el otro era su pasado como esclavo de sangre, con todas sus repercusiones, sobre todo en el aspecto sexual. Cómo hacer que los lectores sintieran simpatía por Z fue un ejemplo típico de lo que significa mostrar-sin-decir. El libro comienza con Z obsesionado con la misión de recuperar a Bella, una tarea muy heroica. Y a pesar de que el altruismo es contrario a su naturaleza, está justificado porque es obvio que él ve la situación de Bella a través del cristal de su propio cautiverio y los abusos de los que fue víctima: Z no puede hacer nada por él mismo, pero está seguro de poder ayudar a Bella. Y después de que la rescata, la trata con la mayor gentileza. Bella se vuelve el catalizador mediante el cual él expresa sentimientos de ternura y protección y sus relaciones con ella son el contrapunto de sus escenas más sádicas y masoquistas.
Y luego está el aspecto sexual. Al mostrar a Z cuando todavía está en poder de su dueña, mediante una serie de flashbacks, los lectores pueden ver por sí mismos que no es un monstruo por naturaleza sino que fue convertido en uno. Los problemas sexuales de Z con Bella, que aparecen inicialmente en Amante eterno, son evidencia de que los traumas que él sufrió no sólo lo acompañan siempre, sino que lo controlan y lo definen como macho. Al menos hasta que Bella llega a su vida.
Había muchas razones para que Z no llegara a dar la talla de héroe y, cuando mi editora leyó la historia por primera vez, yo estaba muy nerviosa porque no estaba segura de haberlo logrado. Pero a ella le encantó, y lo mismo sucedió con los lectores. Yo también lo adoro, aunque tengo que confesar que, desde que revisé las galeradas del libro, no he vuelto a leer la historia de Z y es el único libro que he escrito y no he abierto nunca desde que lo recibí impreso y encuadernado.
Creo que va a pasar todavía mucho tiempo antes de que vuelva a leerlo. Y tal vez nunca lo haga.
Hablemos un poco sobre el proceso editorial y de producción. Mucha gente, tanto lectores como escritores que ya han publicado libros, me preguntan cómo funcionan exactamente las distintas etapas de la producción y cuánto tiempo dura cada una. El proceso entero me lleva cerca de nueve meses.
Cuando termino el bosquejo, cosa que requiere al menos un mes, se lo envío a mi editora para que lo lea. Después de haberlo discutido, me pongo a trabajar y voy tomando lo que está en el bosquejo y lo voy llenando con descripciones, diálogos y narraciones. Cuando he escrito más o menos la mitad del libro, vuelvo sobre ese material, lo leo y lo edito. Esa relectura es fundamental para mí. En los libros de la Hermandad pasan tantas cosas que no quiero arriesgarme a perderle la pista a ninguna historia secundaria ni a ningún personaje. Cuando llego otra vez al final de esa primera mitad, termino el resto del libro. En el proceso de ese primer borrador invierto, pues, unos cuatro meses, escribiendo siete días a la semana.
Por lo general me tomo una semana de descanso y dejo el manuscrito en reposo mientras trabajo en otras cosas. Esta pausa es realmente importante, porque cuando vuelvo a ello lo