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  2. La guía secreta de la Hermandad de la Daga Negra
  3. Capítulo 23
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Parece que realmente le gustó la rosa. Te juro que, al ver cómo me sonrió, me sentí como si midiera más de tres metros.

Lo más romántico que ella ha hecho por ti: Su forma de agradecerme la rosa.

¿Cambiarías algo de Mary?: Nada, excepto sus gustos en cuestión de películas. ¡Por Dios! De verdad, esa hembra es capaz de ver cualquier cosa con subtítulos en otro idioma. Y trata de ver las películas que le gustan… yo lo hago… pero es difícil. Sin embargo, entiendo sus intenciones. Después de ver una película de las que le gustan a Mary, tengo que limpiarme el paladar con una pequeña dosis de Bruce Willis o tal vez una repetición de Superbad.

Mejor amigo (aparte de tu shellan): Butch y V.

Última vez que lloraste: Esta tarde. Pensé que La vie en rose nunca se iba a terminar.

Última vez que te reíste: Mientras estaba comiendo. Butch fue el que preparó las tortitas y deberías haber visto la cara de Fritz cuando vio cómo había dejado la cocina. Butch cocina bien, aunque no tanto como V, pero, joder, mi amigo no entiende eso de ir lavando a medida que ensucias. El lugar no sólo quedó hecho un desastre, era como si hubiese sido… contaminado por algún tipo de plaga. Nosotros ayudamos a ordenar un poco, V, Butch y yo, junto con un grupo de doggen que, después de que Fritz se recuperara de la impresión, estaban encantados de limpiar. A los doggen les gusta limpiar tanto como a mí me gusta comer.

Entrevista de J. R. con Rhage

El día después de mi entrevista con Wrath en aquel río, salí de la casa de seguridad de Rehvenge alrededor de las cinco de la tarde. Me alegro de haberme quedado a pasar la noche. Wrath, Beth, Phury y Cormia, junto con las Elegidas, son una gente estupenda y, después de varias horas de charla, me quedé dormida como un tronco. Lo cual demostró que, como siempre, el rey tenía razón: mis entrevistas con los otros hermanos van a ser mejores porque no estaré exhausta por el viaje.

El recorrido a lo largo de los Adirondacks hasta Caldwell es precioso. La carretera del Norte es una de mis rutas favoritas, pues recorre las montañas en las que pasaba el verano cuando era niña. Hace poco que terminó el otoño, y las escarpadas laderas que se alzan a los dos lados de la carretera todavía están llenas de hojas rojas, doradas y verdes, y los colores brillan como gemas con la luz del ocaso.

Mientras viajo en mi coche alquilado, pienso en lo distintos que son los hermanos ahora, en comparación con las historias de todos cuando empezaron. Me refiero a… todas esas pérdidas y ganancias. Tantos éxitos y fracasos. Recuerdo esa primera reunión en Amante oscuro, cuando están en el salón de la casa de Darius, justo después de su muerte… y luego los veo saliendo del bosque para recuperar a Phury como uno de los suyos, al final de Amante consagrado. Muchos cambios, tanto buenos como malos.

Luego me encuentro con Fritz en el aparcamiento de un Marriott[6] en Albany, donde él me está esperando con el Mercedes, y, después de cerrar con llave mi Ford Escape alquilado, me subo al asiento trasero del S 550 y el mayordomo me lleva hacia el sur durante al menos una hora. Es muy conversador y me encanta el sonido de su voz: con un ligero acento, como el de Marissa, y la cadencia alegre de un concierto de Mozart.

Me doy cuenta de que nos estamos acercando cuando Fritz sube el panel divisorio y seguimos conversando por el intercomunicador del coche.

Cuando llegamos frente a la mansión después de un rato, la noche está comenzando a caer y me alegro de que el jardín esté iluminado, pues así puedo ver todo cuando Fritz baja el panel divisorio. El mayordomo aparca entre el Audi de Beth y el 911 Carrera 4S gris acero de Z. Al otro lado del Porsche hay una Hummer negra que no reconozco y que no tiene nada de cromo, hasta los pernos son negros. Sin que Fritz me diga nada, deduzco que tiene que ser de Qhuinn. Es un coche totalmente despampanante y sin duda debe ser bueno para los combates; pero, vamos, es una pena que todo el conjunto parezca una copia al carbón de un tiranosaurus rex.

Fritz confirma la conclusión a la que he llegado sobre el dueño y, cuando paso a su lado, veo que la camioneta tiene una abolladura en el techo recién salido de la fábrica… un golpe del tamaño de un cuerpo. Al respirar rápidamente, percibo un olor dulzón a talco de bebé. Eso me recuerda que los «chicos» ahora son soldados y me pongo un poco nostálgica sin razón alguna.

Fritz me conduce a la mansión, me pide el abrigo para colgarlo y me dice dónde está todo el mundo, o al menos dónde estaban cuando salió a recogerme: Mary se encuentra en la Guarida con V y Marissa, trabajando en una base de datos para Safe Place. Butch, Qhuinn y Blay están en el campo de tiro en el centro de entrenamiento. John, en la habitación de Tohr, acompañando al hermano. Rhage está arriba, en cama, junto a una montaña de comprimidos de Alka-Seltze.

Ah, la bestia.

El mayordomo desea saber a quién quiero ver primero y yo le pregunto si cree que Rhage estará en condiciones de conversar. Fritz hace un gesto de asentimiento con la cabeza y me informa de que Hollywood lleva un rato deseando tener alguna distracción, así que subo las escaleras.

Cuando llego a la puerta de Rhage, Fritz se retira y yo llamo.

Rhage: ¿Sí? [pregunta con voz atenuada].

J. R.: Soy yo.

Rhage: Ay, gracias a Dios. Entra.

Abro la puerta y la habitación está tan negra que el chorro de luz que se proyecta desde el pasillo es absorbido por la penumbra que lo devora todo. Sin embargo, antes de que dé un paso adelante, se encienden velas en el escritorio y en una mesa que hay junto a la cama.

Rhage: No puedo permitir que tropieces.

J. R.: Gracias…

Caramba, Rhage no tiene buen aspecto. En efecto, está acostado en la cama y hay un montón de comprimidos de Alka-Seltzer a su lado. Está desnudo, pero tiene una sábana encima que le tapa de la cintura para abajo y, cuando lo miro, recuerdo que Rhage es el más grande de los hermanos. Es absolutamente inmenso, incluso acostado sobre una cama que parece tan grande como una piscina olímpica. Pero no está bien. Tiene los párpados cerrados sobre esos ojos azules como el mar de las Bahamas, la boca ligeramente abierta y el vientre distendido, como si se hubiese tragado un globo.

J. R.: Así que has tenido una visita de la bestia, ¿no?

Rhage: Sí… Anoche, antes del amanecer. [Gime ligeramente cuando trata de darse la vuelta].

J. R.: ¿Estás seguro de que quieres hacer esto ahora?

Rhage: Sí. Me muero por tener alguna distracción y no puedo ver la tele. Oye, ¿podrías servirme otros Alka-Seltzer? Mary me dio seis antes de salir hace cerca de media hora, pero el efecto no parece durar mucho.

J. R.: Claro.

Me alegra poder hacer algo por ayudarlo y me dirijo al lugar en el que veo cuatro cajas de Alka-Seltzer alineadas junto a una jarra de agua y un vaso. Lleno el vaso, abro tres sobres y dejo caer los discos blancos en el agua.

J. R.: [Mientras observo cómo caen las pastillas y comienzan a deshacerse]. Tal vez deberías tomar algo más fuerte.

Rhage: La doctora Jane me dio Prilosec. Pero no me fue tan bien.

Cuando lo miro, Rhage levanta la cabeza y yo le acerco el vaso a los labios. Mientras bebe lentamente, me siento culpable por estar contemplando lo apuesto que es. Realmente es el macho más hermoso de cualquier raza que he visto en la vida… Casi te dan ganas de tocarle la cara para ver si es real y no una pintura hecha por algún maestro en representación del ideal de belleza masculina. Tiene los pómulos salientes y la mandíbula cuadrada como una viga, y unos labios llenos y suaves. Su pelo es rubio, con rizos que caen desordenadamente sobre la almohada, y su olor es asombroso.

Cuando retiro el vaso vacío, Rhage abre los ojos. Y yo recuerdo que sus ojos azul verdoso son todavía más impresionantes que su estructura ósea.

Rhage: [Riéndose un poco]. Te estás poniendo colorada.

J. R.: No, no es cierto.

Rhage: Te estás poniendo colorada, te estás poniendo colorada [cantando con un sonsonete infantil].

J. R.: ¿Cómo es posible que quiera darte un puñetazo aunque estés en la cama?

Rhage: [Sonríe]. Ay, qué cosas más dulces dices.

J. R.: [Riéndome, porque él es absolutamente adorable]. Vaya, yo creí que no veías bien cuando te ponías enfermo…

Rhage: No veo bien, pero tienes las mejillas tan rojas que hasta yo puedo verlas. Pero, bueno, ya está bien de hablar de ti, hablemos de mí. [Agita sus largas pestañas]. Vamos, ¿qué es lo que quieres saber? ¿Cuáles son esas preguntas apremiantes que quieres que te responda?

J. R.: [Riéndome otra vez]. Tú eres el único hermano al que le gustan las entrevistas.

Rhage: Me alegra saber que me distingo de esa manada de idiotas.

J. R.: ¿Qué sucedió? [Me siento en el borde de la cama].

Rhage: Estaba siguiendo la pista de otra casa de «persuasión» de los restrictores y digamos que encontré lo que estaba buscando y un poco más.

J. R.: [Trago saliva]. ¿Había muchos asesinos?

Rhage: Bueno, los suficientes. Hubo un intercambio de plomo y una de las balas aterrizó en un lugar que no me gustó.

J. R.: ¿Dónde te dio?

Rhage: [Se levanta la sábana y me muestra una venda alrededor del muslo]. La bestia y yo nos entendemos mucho mejor ahora y a él no le gusta que me disparen. [Risas]. Pero Qhuinn, John Matthew y Blay llegaron a apoyarme, igual que lo hicieron la semana pasada cuando estábamos con Z. Joder… [risas], esos tres se quedaron muy sorprendidos cuando vieron mi álter ego.

J. R.: Y ¿qué pensaron los chicos de la bestia?

Rhage: Cuando volví a mi estado normal, desperté y ellos tres estaban a mi alrededor, con los ojos desorbitados como si les hubiesen dado un golpe. Estaban blancos como el papel. [Risas]. Supongo que la bestia se hizo cargo del escuadrón de asesinos que llegó como refuerzo. [Se soba la barriga]. Debieron de ser bastantes.

J. R.: Entonces todavía necesitas tiempo para recuperarte. [Rhage me lanza una mirada de ¿acaso-no-es-evidente? y se vuelve a sobar el estómago]. Bueno, perdona, es una pregunta estúpida. Pero ¿es más fácil para ti ahora? Me refiero a lidiar con la bestia.

Rhage: Bueno… sí y no. Ya no opongo resistencia cuando él sale a flote y eso parece disminuir las molestias posteriores. Pero todavía tengo que pasar por un tiempo de recuperación, en especial si ha habido, ¿cómo decirlo?, algo de comer. Lo bueno es que ya no me preocupa tanto que esa maldita cosa ataque a mis hermanos, o a los chicos. Es curioso… desde que Mary llegó a mi vida, la bestia parece que está más en armonía con la gente. No sé si me entiendes. Es como si el hecho de aparearse con ella lo hubiera vuelto capaz de ver a la gente como amiga o enemiga, en lugar de pensar que todo el mundo es comida, ¿entiendes?

J. R.: Eso es un alivio.

Rhage: Joder, antes eso me preocupaba mucho. Así que, sí, las cosas han mejorado bastante. Me refiero a

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