retrato vacío, solo con un lienzo marrón y enmohecido de fondo. Sin embargo, se había acostumbrado a no mirar mucho el retrato, y siempre se decía firmemente que sus ojos le jugaban trucos cuando algo de esto pasaba.
Después, tres años atrás, en una noche como la de hoy, el Primer Ministro estaba solo en su oficina cuando el retrato de nuevo anunciaba la llegada inminente de Fudge, quien salió de repente fuera del hogar, todo mojado y en un estado considerable de pánico. Antes de que el Primer Ministro pudiera preguntarle por qué estaba chorreando el Axmister, Fudge empezó a hablar muy enojado de una prisión de la que el Primer Ministro nunca oyó hablar, de un hombre llamado “Serious” Black, de algo que sonaba como a “Hogwarts” y de un niño llamado Harry Potter, nada de lo cual tenía el mas mínimo sentido para el Primer Ministro.
–Recién vengo de Azkaban- resopló Fudge tirando una gran cantidad de agua del extremo de su sombrero de hongo en su bolsillo- En el medio del Mar del Norte, usted sabe, un vuelo terrible… los Dementores están muy alborotados -tembló- Nunca tuvieron una fuga de un recluso. De todas formas, he venido a usted, Primer Ministro. Black es un reconocido asesino de Muggles y tal vez esté planeando reunirse con Usted Sabe Quien… ¡Pero por supuesto, usted ni siquiera sabe quien es Usted Sabe Quien! – Miró desesperadamente por un momento al Primer Ministro, luego dijo- Bueno, siéntese, siéntese, mejor lo pongo al día… Tómese un whisky…
El Primer Ministro hubiera preferido que no le digan que se siente en su propia oficina, que no le ofrecieran su propio whisky, pero de todas formas se sentó. Fudge sacó su varita, hizo aparecer dos vasos llenos de líquido color ámbar, puso uno en la mano del Primer Ministro y acercó una silla.
Fudge habló por más de una hora. En cierto punto, rehusó mencionar cierto nombre en voz alta y en vez de eso lo escribió en un pedazo de pergamino, que puso en la mano que tenia libre el Primer Ministro. Finalmente cuando Fudge se paró para irse, el Primer Ministro se paró también.
–Entonces usted piensa que…-escrutó el nombre que tenia en su mano izquierda-. Lord Vol…
¡El Innombrable! – tembló Fudge.
–Lo siento… ¿Entonces usted cree que el Innombrable aún esta vivo?
–Bueno, Dumbledore dice que lo está -dijo Fudge, al tiempo que abotonaba la capa rayada bajo su barbilla- Pero nunca lo encontramos. Para mi no es peligroso a menos que tenga apoyo, así que es por Black que deberíamos preocuparnos. ¿Pondrá ese aviso, verdad? Excelente. Bueno, ¡Espero que no nos veamos de nuevo, Primer Ministro! Buenas noches.
Pero si se vieron de nuevo. Menos de un año después un Fudge muy preocupado apareció de la nada de un armario para informarle al Primer Ministro que habían ocurrido terribles incidentes en el Campeonato Mundial de Cuiditch (o algo por el estilo) y que había varios Muggles involucrados, pero que el Primer Ministro no se tenía que preocupar, el hecho de que la Marca Tenebrosa del Innombrable haya sido vista de nuevo no significaba nada, Fudge estaba seguro de que era un incidente aislado, y mientras ellos hablaban, la Oficina de Enlace Muggle se estaba encargando de sus memorias.
–¡Ah! Y casi me olvido -agregó Fudge- Estamos por traer tres dragones extranjeros y una esfinge para el Torneo de los Tres Magos, solo una rutina, pero el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas me dice que está escrito en el reglamento que debemos notificar si traemos criaturas altamente peligrosas al país.
–Yo… ¿Qué?… ¿Dragones? – dijo excitadamente el Primer Ministro.
–Si, tres -dijo Fudge- Y una esfinge. Bueno, que tenga un buen día.
El Primer Ministro había deseado con toda esperanza que los dragones y esfinges sean lo peor de todo, pero no. Menos de dos años después Fudge apareció de nuevo del fuego, esta vez con la noticia de que había habido una fuga en masa de Azkaban.
–¿Una fuga en masa?-repitió roncamente el Primer Ministro.
–¡No hay que preocuparse! ¡No hay que preocuparse! – Gritó Fudge, con un pie en las llamas- ¡Los atraparemos pronto, solo pensé que debía saber!
Y antes de que el Primer Ministro pudiera gritar ¡No, espere un momento! Fudge había desaparecido en una lluvia de llamas verdes.
Sea lo que sea que la prensa y la oposición pudieran decir, el Primer Ministro no era un hombre tonto. No se le había escapado que, a pesar de las garantías de Fudge en su primera reunión, estaban viendo mucho uno del otro ahora, y notaba que Fudge se volvía más nervioso con cada visita. Aunque le gustaba un poco pensar en el Ministro de la Magia (o, como siempre lo llamaba en su cabeza, el Otro Ministro), el Primer Ministro temía que la próxima vez que Fudge apareciera sería con noticias más graves. La visión de Fudge saliendo nuevamente de la chimenea, luciendo desgreñado, preocupado y severamente sorprendido que el Primer Ministro no supiera por qué exactamente él estaba ahí, fue casi una de las peores cosas que podría haber ocurrido en esta semana extremadamente deprimente.
–¿Cómo sabría lo que esta ocurriendo en… ehhhh… la Comunidad Mágica?.-espetó el Primer Ministro en esta ocasión- Tengo una ciudad que dirigir y muchas preocupaciones sin que…
–Tenemos las mismas preocupaciones -interrumpió Fudge- El puente Brockdale no colapsó. Lo que pasó al oeste del país no fue un huracán realmente. Esos asesinatos no fueron cometidos por Muggles. Y la familia de Herbert Choey estará más segura sin él. Estamos haciendo arreglos para que lo trasfieran al Hospital San Mungo de Heridas y Lesiones Mágicas. El traslado será realizado está noche.
–¿Qué es lo que…? Me temo… ¿Qué? – protestó el Primer Ministro.
Fudge dio un suspiro hondo y largo y dijo:
–Primer Ministro, siento mucho tener que decirle que ha vuelto. El Innombrable ha vuelto.
–¿Ha vuelto? Cuando dice “ha vuelto”… ¿Está vivo? Quiero decir…
El Primer Ministro escrutó en su memoria los detalles de la conversación horrible que tuvieron tres años atrás, cuando Fudge le había contado acerca del mago más temible de todos, el mago que había cometido cientos de crímenes antes de su misteriosa desaparición quince años atrás.
–Sí, vivo -dijo Fudge – Eso es… no sé… ¿Un hombre está vivo si no puede quitársele la vida? No lo entiendo realmente y Dumbledore no me lo explicó bien, pero, de todas formas, ciertamente tiene un cuerpo, y está caminando, hablando y matando, por lo que supongo, para el propósito de nuestra discusión, que está vivo.
El Primer Ministro no sabia qué decir ante esto, pero el hábito persistente de aparentar estar bien informado en cualquier tema que surgiera lo hizo escudriñar detalles de en lo que podía acordarse de sus conversaciones anteriores.
–¿Está Serious Black… eh…con el Innombrable?
–¿Black? ¿Black? – dijo Fudge distraídamente, haciendo girar rápidamente su sombrero de hongo en sus dedos – ¿Se refiere a Sirius Black? Por las barbas de Merlín, no. Black está muerto. Resultó ser que… eh… estábamos equivocados acerca de Black. Era inocente después de todo. Y tampoco estaba en contacto con el Innombrable. Quiero decir…-agregó defensivamente, haciendo girar más rápido el sombrero de hongo – toda la evidencia presentada… tuvimos más de cincuenta testigos… pero de todas formas, como dije, de hecho está muerto. En el edificio del Ministerio de la Magia. Va a realizarse una investigación…
Para su gran sorpresa el Primer Ministro sintió un poco de lástima por Fudge. Sin embargo, fue eclipsado casi inmediatamente por un rapto de arrogancia al pensar que, a pesar de que no servia para materializarse fuera de las chimeneas, por lo menos nunca había habido un asesinato en ningún edificio del gobierno bajo su cargo… no todavía, por lo menos.
Fudge continuó, mientras el Primer Ministro tocaba supersticiosamente la madera de su escritorio.
–Pero Black ya es historia. El punto es que estamos en guerra, Primer Ministro, y hay que tomar medidas.
–¿En guerra?-repitió nerviosamente el Primer Ministro- Seguramente eso es un poco exagerado.
–El Innombrable se ha unido con los seguidores que se escaparon en enero de Azkaban -dijo Fudge, hablando más y más rápido y girando su sombrero de hongo tan rápido que era un destello verde lima- Han estado creando problemas desde que se escaparon. El puente Brockdale… él lo hizo, Primer Ministro, amenazó con hacer una matanza masiva de Muggles a menos que yo me pusiera de su lado y…
–¡Cielo Santo! Entonces es su culpa que murieran esas personas y yo voy a tener que responder preguntas acerca de soportes y uniones oxidadas y qué sé yo qué más! – dijo el Primer Ministro furiosamente.
–¡¿Mi culpa?! – Dijo Fudge poniéndose colorado- ¿Me esta diciendo que debería de haber aceptado semejante chantaje?
–Quizás no -dijo el Primer Ministro parándose y cruzando la habitación- ¡Pero hubiera puesto todos mis esfuerzos en atrapar al chantajista antes de que cometiera semejante atrocidad!
–¿Realmente piensa que no estaba haciendo ningún esfuerzo?-le espetó Fudge acaloradamente- Cada Auror del Ministerio estaba… y está… tratando de encontrarlo y atrapar a sus seguidores, ¡pero estamos hablando del mago más poderoso de los últimos tiempos, un mago que ha logrado escaparse de ser capturado por casi tres décadas!
–Entonces supongo que me va a decir también que fue él quien causó el huracán en el oeste del país ¿Verdad?-dijo el Primer Ministro, con su ira incrementándose rápidamente. Era irritante descubrir la causa de todos esos desastres terribles y no poder decirle a la gente, casi peor de que después de todo hubiera sido culpa del gobierno.
–Eso no fue un huracán -dijo Fudge miserablemente.
–¡Discúlpeme! – explotó el Primer Ministro, ahora definitivamente encolerizado caminando enérgicamente de un lado a otro- Árboles arrancados de raíz, techos arrancados, postes de luz doblados, heridas horribles…
–Fueron los Mortífagos -dijo Fudge – Los seguidores del Innombrable. Y… y sospechamos que han incluido algún gigante.
El Primer Ministro paró de caminar de repente como si hubiera una pared invisible.
–¿Qué han incluido?
Fudge frunció el ceño.
–Usó gigantes la última vez, cuando quiso apostar por un efecto mayor -dijo- La Oficina de Desinformación ha estado trabajando en el reloj, tenemos fuera grupos de Obliviators tratando de modificar la memoria de todos los muggles que vieron lo que pasó realmente, tenemos la mayoría de los del Departamento de Cuidado y Control de las Criaturas Mágicas corriendo por Somerset, pero no podemos encontrar al gigante. Ha sido un desastre.
–¡No me diga! – dijo furiosamente el Primer Ministro.
–No le voy a negar que la moral esta bastante baja en el Ministerio -dijo Fudge- Con todo eso, y luego perdimos a Amelia Bones.
–¿Perdimos a quién?
–Amelia Bones. Jefa del Departamento de Seguridad Mágica. Creemos que el Innombrable la puede haber asesinado en persona, porque era una bruja muy buena y… toda la evidencia indica que opuso una verdadera resistencia.
Fudge se aclaró la garganta y al parecer, con esfuerzo, dejo de girar su sombrero de hongo.
–Pero ese asesinato estaba en los periódicos -dijo el Primer Ministro,