Ahora! Libro gratis para leer en línea ✅
  • Home
  • Todos los libros
    • Libros más populares
    • Libros de tendencia
    • Libro mejor calificado
  • BLOG
Advanced
Sign in Sign up
  • Home
  • Todos los libros
    • Libros más populares
    • Libros de tendencia
    • Libro mejor calificado
  • BLOG
  • Adult
  • Bestseller
  • Romanticas
  • Fantasía
  • Ciencia ficción
  • Thriller
  1. Home
  2. Encrucijada en el crepúsculo
  3. Capítulo 104
Prev
Next

la ley de la Torre, quizá más—, por tradición, Akarrin dirigió su respuesta a la Sede Amyrlin.

—Lo que vimos, madre, fue un gigantesco agujero, más o menos circular, en el suelo —dijo mientras asentía como para dar énfasis a sus palabras. Parecía escoger con gran cuidado cada una de ellas, como para asegurarse de que todas la entendían perfectamente—. En un principio pudo haber sido una circunferencia perfecta, semejante a la mitad de una bola, pero los bordes se habían desmoronado en algunos sitios. El agujero mide unos cinco kilómetros de diámetro y aproximadamente unos tres de profundidad. —Alguien soltó una exclamación ahogada y Akarrin frunció el entrecejo como si quienquiera que fuese hubiese intentado interrumpirla. No obstante, prosiguió sin hacer pausa alguna—. No pudimos calcular bien la profundidad. El fondo está cubierto de agua y hielo. Creemos que al final acabará convirtiéndose en un lago. En cualquier caso, pudimos establecer nuestra posición exacta sin mucha dificultad y estamos preparadas para afirmar que el agujero se encuentra ubicado donde se hallaba antes la ciudad llamada Shadar Logoth. —Guardó silencio, y durante unos instantes lo único que se oyó fue el frufrú de faldas debido al nervioso rebullir de las Aes Sedai.

También Egwene habría querido hacerlo. ¡Luz, un agujero de ese tamaño se tragaría la mitad de Tar Valon!

—¿Tenéis alguna idea de… cómo se creó ese agujero, Akarrin? —preguntó al cabo. Se sintió muy orgullosa de lo firme que sonó su voz. ¡Sheriam estaba temblando! Esperaba que nadie más se diese cuenta. Los actos de una Guardiana siempre reflejaban los de la Amyrlin. Si la Guardiana mostraba miedo, muchas hermanas pensarían que ella estaba asustada y eso era algo que no deseaba que creyera nadie.

—A todas se nos escogió porque tenemos cierta habilidad en interpretar los residuos, madre. Mejor que la mayoría, a decir verdad. —Así que no las habían elegido simplemente porque ninguna que fuera más fuerte hubiese estado interesada. En eso había una lección. Lo que hacían las Aes Sedai rara vez era tan sencillo como parecía a primera vista. Egwene querría no tener que volver a aprender lecciones que consideraba tener sabidas de sobra—. Nisain es la mejor de todas nosotras en eso —prosiguió Akarrin—. Con vuestro permiso, madre, dejaré que sea ella la que conteste.

Nisain se alisó la falda de oscuro paño con nerviosismo y se aclaró la garganta. Era una Gris larguirucha y desgarbada, con una marcada barbilla y unos ojos increíblemente azules. Tenía cierta reputación en cuestiones de ley y tratados, pero resultaba obvio que se sentía nerviosa al tener que hablar a la Antecámara. Miró directamente a Egwene con la actitud de quien habría preferido no ver a todas las Asentadas reunidas.

—Dada la cantidad de Saidar utilizado allí, madre, no me sorprendió encontrar residuos casi tan densos como la nieve. —En su acento había un notorio dejo murandiano, un sonido cantarín—. Incluso después de tanto tiempo, tendría que haber podido captar alguna idea de lo que se había tejido si hubiera guardado algún parecido con lo que conozco, pero nada me era familiar. Seguí el rastro del tejido, madre, y no tenía ningún sentido. Ninguno. De hecho, era tan ajeno como si no lo hubiera… —Volvió a carraspear y tragó saliva. Su faz se tornó un poco pálida—. Como si no lo hubiese tejido una mujer. Naturalmente, pensamos que tenían que haber sido los Renegados, de modo que probé la resonancia. Lo hicimos todas. —Se giró a medias para señalar a sus compañeras, pero se volvió de nuevo con rapidez. Definitivamente, prefería mirar a Egwene que a las Asentadas, que en su totalidad estaban echadas hacia adelante, atentas a la mujer—. Ignoro qué se hizo, aparte de excavar la tierra de un área de más de cinco kilómetros de diámetro, ni cómo se hizo, pero es indiscutible que también se utilizó Saidin. La resonancia era tan fuerte que podríamos haberlo olido. Había más Saidin usado que Saidar, mucho más, como el Monte del Dragón comparado con una estribación. Y eso es todo lo que puedo decir, madre.

Un sonido se propagó por el pabellón; el del aire exhalado por las hermanas que habían estado conteniendo la respiración. La exhalación de Sheriam pareció más fuerte, pero quizá se debía a que era la que estaba más cerca de Egwene. Ésta se obligó a mantener el gesto impasible. Los Renegados y un tejido que podría reducir a escombros la mitad de Tar Valon. Si Malind proponía la huida, ¿podía obligar a las hermanas a quedarse y afrontar eso? ¿Podía abandonar a su suerte a Tar Valon, a la Torre, y la Luz sabía a cuántas decenas de miles de vidas?

—¿Hay alguna otra pregunta? —inquirió.

—Yo tengo una que hacer —contestó Romanda en tono seco. Su calma no se había resquebrajado lo más mínimo—. Pero no a estas hermanas. Si nadie más quiere hacerles una pregunta, no me cabe duda de que les gustará retirarse y dejar de ser el centro de atención de la Antecámara.

No le correspondía exactamente a ella sugerir aquello, pero tampoco es que no le correspondiera exactamente, de modo que Egwene lo dejó pasar. Resultó que nadie más tenía preguntas para Akarrin y sus compañeras, y Romanda les agradeció su esfuerzo de un modo sorprendentemente afectuoso. De nuevo, eso era algo que tampoco le correspondía exactamente a ella.

—¿Para quién es tu pregunta? —inquirió Egwene mientras Akarrin y las otras cinco se apresuraban a unirse al creciente número de hermanas que se apiñaban entre las lámparas de pie y los braseros. Como Romanda había dicho, estaban ansiosas por dejar de ser el centro de atención de la Antecámara, pero no querían perderse qué se sacaba en conclusión de su trabajo. A Egwene le costó un gran esfuerzo evitar que su voz tuviese un timbre seco. Romanda fingió no darse cuenta de ello. O tal vez es que no lo notó.

—Para Moria —respondió—. Sospechamos de los Renegados desde el principio. Sabíamos que lo que quiera que hubiese ocurrido era muy poderoso, y muy lejos. En realidad, lo único nuevo que sabemos es que Shadar Logoth ha desaparecido y de eso sólo se me ocurre decir que el mundo está mejor sin ese antro de maldad de la Sombra. —Clavó en la Asentada Azul la ceñuda mirada que había hecho encogerse como novicias a muchas Aes Sedai—. Mi pregunta es ésta. ¿Ha cambiado algo para nosotras?

—Debería —repuso Moria, que sostuvo la mirada de la otra mujer sin vacilar. No llevaría tanto tiempo como Romanda en la Antecámara, pero se suponía que la posición de las Asentadas era equiparable—. Desde hace mucho tiempo hicimos preparativos por si los Renegados nos atacaban. Todas las hermanas saben cómo formar un círculo si ello está a su alcance o unirse a uno que no hayan formado hasta que cada uno alcance la cifra de trece. Hay que incluir en ellos a todas, incluso las novicias, incluso las más nuevas.

Lelaine alzó bruscamente la vista hacia ella; pero, por mucho que deseara reprender a Moria, ambas pertenecían al mismo Ajah. Como mínimo debían dar la imagen de formar un frente común. No obstante, el esfuerzo de no hablar hizo que apretara los labios.

Por su parte, Romanda no tenía esa inhibición.

—¿Es necesario que expliques lo que todas las presentes sabemos ya? Nosotras hicimos esos preparativos. ¿Acaso lo has olvidado? —Esta vez su voz era cortante. Los accesos de cólera estaban prohibidos en la Antecámara, pero no los aguijonazos.

Empero, si Moria sintió el puyazo no dio señales de ello aparte de ajustarse el chal.

—He de explicarlo desde el principio porque no hemos reflexionado en profundidad. Malind, ¿nuestros círculos pueden aguantar contra lo que Akarrin y Nisain han descrito?

A despecho de la ferocidad de sus ojos, la carnosa boca de Malind siempre parecía presta a la sonrisa, pero su actitud era muy seria cuando se puso de pie y miró a las Asentadas de una en una como si quisiera que sus palabras se quedaran grabadas en ellas.

—No pueden. Incluso si reorganizamos las cosas de manera que las hermanas más fuertes estén siempre en el mismo círculo, lo que significa que deberían vivir, comer y dormir juntas si tienen que coligarse en un momento dado, aun así, seríamos ratones enfrentados a un gato. Suficientes ratones pueden acabar superando incluso a un enorme gato hambriento, pero no antes de que muchos ratones hayan muerto. Sin embargo, si muchos de esos ratones mueren, la Torre Blanca muere. —De nuevo, la exhalación general de las presentes se extendió como un soplo de inquietud por todo el pabellón.

Egwene consiguió mantener el gesto sereno, pero tuvo que esforzarse para abrir las manos crispadas sobre la falda. ¿Qué iba a proponer, el ataque o la huida? Luz, ¿cómo podía oponerse? Ni que fueran del mismo Ajah ni que no, Lelaine no aguantó más la presión.

—¿Qué es lo que sugieres, Moria? —espetó—. Aun en el caso de que pudiésemos reunir a la Torre hoy mismo, eso no cambiaría los hechos.

Moria esbozó una sonrisa, como si la otra Azul hubiese dicho exactamente lo que esperaba que dijese alguien.

—Pero es que debemos cambiar los hechos. El hecho actual es que nuestros círculos más fuertes son demasiado débiles. No tenemos angreal, cuanto menos sa’angreal, así que será mejor que nos olvidemos de ellos. De todos modos, ni siquiera estoy segura de que haya algo en la Torre que marcara alguna diferencia considerable. ¿Cómo, entonces, hacemos más fuertes nuestros círculos? Lo bastante fuertes, hemos de esperar, para afrontar lo que ocurrió en Shadar Logoth e impedirlo. Escaralde, ¿qué tienes que decir al respecto?

Sobresaltada, Egwene se echó hacia adelante. Estaban trabajando juntas, pero ¿con qué propósito?

No fue la única que cayó en la cuenta de que las tres Asentadas que habían convocado a la Antecámara se encontraban de pie. Al no sentarse, Moria y Malind habían hecho una declaración evidente. Escaralde se irguió como una reina, pero la minúscula Marrón parecía muy consciente de que todos los ojos iban de ella a Malind y de ésta a Moria, así como de los ceños fruncidos y de los semblantes impasibles en demasía. Se arregló el chal dos veces antes de hablar, y cuando lo hizo fue como si estuviera dando una clase, la voz débil pero contundente.

—Los textos antiguos son explícitos, aunque están poco estudiados, me temo. Amontonan polvo en lugar de lectores. Los escritos recogidos en los comienzos de la Torre dejan claro que los círculos no se limitaban a trece en la Era de Leyenda. El mecanismo exacto, o debería decir el equilibrio exacto, se desconoce, pero no tendría que resultar muy difícil deducirlo. Para aquellas de vosotras que no hayáis pasado en la biblioteca de la Torre el tiempo que habríais debido pasar, la forma de incrementar el tamaño de un círculo implica… —Por primera vez, vaciló e hizo un esfuerzo visible para continuar—. Implica la inclusión de hombres que encauzan.

—¿Qué sugieres? —demandó Faiselle mientras se levantaba bruscamente, aunque volvió a sentarse de inmediato, como si temiera que alguien pudiera pensar que lo hacía para apoyar a las otras tres.

—¡Pido que se despeje la Antecámara! —intervino Magla, poniéndose de pie. Era illiana, como Moria, y la agitación hacía más patente su acento—. Éste no es un asunto para discutirlo delante de nadie salvo la Antecámara en sesión cerrada. —También ella se dejó caer en su banco tan pronto como terminó y lo hizo con gesto iracundo, los anchos hombros encorvados y las manos abriéndose y cerrándose sobre

Prev
Next

YOU MAY ALSO LIKE

Conan el triunfador
Conan el triunfador
August 3, 2020
Conan el destructor
Conan el destructor
August 3, 2020
Conan el invencible
Conan el invencible
August 3, 2020
El camino de dagas
El camino de dagas
August 3, 2020
  • Privacy Policy
  • About Us
  • Contact Us
  • Copyright
  • DMCA Notice

© 2020 Copyright por el autor de los libros. All rights reserved.