de Aceptada, una ya ha sido dirigida hacia el Ajah adecuado lo sepa o no. Empero, tal y conforme marchan las cosas no me sorprendería si me dan con la puerta en las narices.
—¿Y cómo marchan las cosas? —preguntó Elayne, consciente de que ahí había algo. Siuan la acosaba a una, la hostigaba, le retorcía el brazo, pero no le traía sopa y se sentaba en la cama a charlar como una amiga—. Creía que todo iba tan bien como cabía esperarse.
Nynaeve se las arregló para lanzarle una mirada que era a la vez incrédula y feroz. Bueno, Nynaeve tenía que saber a qué se refería. Siuan volvió la cabeza para dirigir la vista hacia ella, pero también abarcaba a la antigua Zahorí.
—Fui a la casa de Logain. Seis hermanas mantienen el escudo, igual que cuando se lo capturó. Al parecer intentó liberarse cuando descubrió que sabíamos que estaba curado. Las Aes Sedai dijeron que si hubiesen sido sólo cinco las que reforzaban el escudo a lo mejor lo habría conseguido. De modo que es tan fuerte como antes o casi tanto como para que no se note la diferencia. No ocurre igual conmigo. Ni con Leane. Quiero que lo intentes otra vez Nynaeve.
—¡Lo sabía! —La antigua Zahorí tiró la cuchara contra la bandeja—. ¡Sabía que tenías alguna razón para hacer esto! Bien, pues estoy demasiado cansada para encauzar y daría lo mismo aunque no lo estuviera. No se puede curar lo que ya ha sido curado. ¡Salid las dos de aquí y llevaos vuestra asquerosa sopa!
Quedaba menos de la mitad de la «asquerosa sopa» y el cuenco tenía un tamaño considerable.
—¡Sabía que no funcionaría! —espetó Siuan—. ¡Esta mañana sabía que la neutralización no se podía curar!
—Un momento, Siuan —intervino Leane—. Nynaeve, ¿te das cuenta de lo que estamos arriesgando al venir aquí las dos juntas? Ésta no es una habitación en un callejón con vuestra amiga arquera montando guardia; la casa está llena de mujeres, con ojos para ver y lenguas para hablar. Si se descubre que Siuan y yo hemos estado interpretando una comedia ante todo el mundo, aunque el asunto no se destape hasta dentro de diez años… En fin, baste decir que a las Aes Sedai se las puede castigar y es muy posible que sigamos en una granja cultivando coles después de que el cabello se nos haya puesto blanco. Vinimos por lo que hiciste por nosotras, para empezar desde el principio.
—¿Y por qué no acudís a una de las Amarillas? —preguntó Elayne—. La mayoría de ellas tienen que saber tanto como Nynaeve a estas alturas.
Siuan y Leane intercambiaron una mirada y, por último, Siuan admitió a regañadientes:
—Si recurrimos a una hermana todo el mundo lo sabrá antes o después. Si lo hace Nynaeve, tal vez cualquiera que se las ingenie para aquilatarnos hoy pensará que estaba equivocada. Se supone que todas las hermanas son iguales, e incluso ha habido algunas Amyrlin que apenas eran capaces de encauzar lo suficiente para aspirar al chal; pero, aun dejando aparte las Amyrlin y las cabezas de los Ajahs, por costumbre, si otra es más fuerte en el Poder que una se espera que una ceda ante ella.
—No lo entiendo —adujo Elayne. Estaba recibiendo una buena lección de todo esto; lo de la jerarquía tenía sentido, pero suponía que era una de esas cosas que no se aprendían hasta que se ascendía a Aes Sedai. De un modo u otro, había pillado suficientes indicios para imaginar que, en muchos sentidos, la educación comenzaba cuando una se ponía el chal—. Si Nynaeve puede curaros otra vez, entonces estáis más fuertes.
Leane sacudió la cabeza.
—Hasta ahora ninguna mujer había sido curada de la neutralización. Tal vez las otras lo vean como… como ser espontáneas, digamos. Eso nos coloca un poco más abajo de la fuerza de nuestro potencial. Quizás el haber estado más débil tenga algo que ver. Si Nynaeve no pudo curarnos del todo la primera vez, quizá sólo consiga devolvernos dos tercios de la fuerza que teníamos o incluso la mitad. Pero aun eso sería mejor que lo que tenemos ahora, aunque la mayoría de las mujeres de aquí serían igual de fuertes que nosotras y otras muchas lo serían más.
Elayne la miraba fijamente, más confusa que antes. Nynaeve parecía como si la hubiese golpeado entre los ojos.
—Todo cuenta —explicó Siuan—. Quién aprende más deprisa, quién ha pasado menos tiempo siendo novicia y Aceptada. Hay todo tipo de matices. No se puede asegurar con exactitud cuán fuerte es una mujer. Puede que dos mujeres parezcan ser igualmente fuertes; tal vez lo sean o tal vez no, pero el único modo de establecerlo con seguridad sería con un duelo y, gracias le sean dadas a la Luz por ello, estamos por encima de eso. A menos que Nynaeve nos devuelva toda nuestra fuerza original, corremos el riesgo de quedarnos relegadas a un puesto muy, muy bajo.
—La jerarquía —volvió a tomar la palabra Leane— se supone que no rige nada salvo la marcha de las cosas cotidianas, pero lo hace. El consejo de alguien que ocupa un puesto más alto tiene más peso que el de alguien que está por debajo. Eso no importó mientras estábamos neutralizadas. No teníamos ningún tipo de posición y ellas sopesaban lo que decíamos solamente por sus pros y sus contras. Ahora ya no será así.
—Comprendo —dijo débilmente Elayne. ¡No era de extrañar que la gente pensara que las Aes Sedai habían inventado el Juego de las Casas! Hacían que el Da’es Daemar pareciese sencillo.
—Es agradable saber que el curaros haya ocasionado a otras más problemas que a mí —rezongó Nynaeve. Con la vista prendida en el fondo del cuenco, suspiró y luego lo rebañó con el último trozo de pan.
—Verás —manifestó Siuan que, a pesar de que su rostro se había ensombrecido, se las arregló para mantener la voz ecuánime—, que nos hemos puesto al descubierto. Y no sólo para convencerte de que intentes curarnos otra vez. Me devolviste… la vida. Así de sencillo. Me había persuadido a mí misma de que no estaba muerta, pero eso es exactamente lo que parece comparado con esto. Así pues, empecemos desde cero, como ha dicho Leane. Seamos amigas, si me aceptáis como tal. Si no, seamos entonces compañeras de tripulación en un mismo barco.
—Amigas —dijo Elayne—. Amigas me suena mucho mejor.
Leane le sonrió, pero Siuan y ella seguían pendientes de Nynaeve, quien a su vez miraba alternativamente a la una y a la otra.
—Elayne ha planteado una pregunta a la que habéis respondido —dijo finalmente—, así que también a mí me asiste el mismo derecho. ¿Qué noticias comunicaron las Sabias a Sheriam y a las otras anoche? Y no digas que no lo sabes, Siuan. Por lo que a mí concierne, sabes incluso lo que piensan una hora después de que lo hayan pensado.
Siuan alzó la barbilla con aire testarudo; aquellos ojos, azul profundo, adoptaron un aire de intimidación. De repente soltó un chillido y se inclinó para frotarse un tobillo.
—Díselo —instó Leane mientras retiraba el pie con el que le había atizado una patada—, o lo haré yo. Todo, Siuan.
Ésta le asestó una mirada furibunda mientras se congestionaba hasta el punto de que Elayne pensó que iba a reventar, pero entonces los ojos de la antigua Amyrlin se volvieron hacia Nynaeve y pareció desinflarse. Cuando habló fue como si le sacaran las palabras a la fuerza, pero lo hizo:
—La delegación de Elaida llegó a Cairhien. Rand las recibió pero al parecer intenta jugar con ellas. Al menos, confiemos en que es eso lo que está haciendo. Sheriam y las otras se dan muchos aires porque, por una vez, no han hecho el ridículo ante las Sabias. Y Egwene estará en la próxima reunión.
Por alguna razón, esto último pareció ser lo que más trabajo le costó contar. Nynaeve sintió una gran alegría y se sentó más derecha.
—¿Egwene? ¡Oh, eso es maravilloso! Así que, por una vez, no hicieron el tonto. Casi estaba sorprendida de que no hubiesen venido aquí para llevarnos a rastra a darles otra lección. —Entrecerró los ojos para observar a Siuan, pero incluso ese gesto parecía alegre—. ¿En el mismo barco, has dicho? ¿Y quién es el capitán?
—Yo, condenada mocosa de… —El carraspeo de Leane la hizo callar e inhalar profundamente—. De acuerdo, la tripulación del barco será compartida, a partes iguales. Pero alguna tendrá que llevar el timón —agregó cuando empezaba a asomar una sonrisa en el rostro de Nynaeve—, y ésa seré yo.
—De acuerdo —accedió Nynaeve al cabo de un momento. Hubo otro titubeo mientras jugueteaba con la cuchara y a continuación, en un tono tan coloquial que Elayne habría alzado las manos, prosiguió—: ¿Hay alguna posibilidad de que podáis ayudarme… ayudarnos a salir de las cocinas?
Sus rostros eran tan jóvenes como el de Nynaeve, pero habían sido Aes Sedai durante mucho tiempo y sus ojos recordaban esa intensa mirada Aes Sedai. Nynaeve la sostuvo con mayor firmeza de lo que Elayne creyó que ella habría sido capaz, salvo por un leve rebullir, aunque al final no se sorprendió cuando su amiga musitó:
—No, supongo que no.
—Tenemos que marcharnos —anunció Siuan, levantándose—. En todo caso, Leane ha restado importancia a las consecuencias de ser descubiertas. Seríamos las primeras Aes Sedai desolladas en público, y yo ya tengo suficiente con haber sido la primera en algo.
Para sorpresa de Elayne, Leane se inclinó para abrazarla.
—Amigas —susurró.
La heredera del trono le devolvió el abrazo y la palabra con afecto.
Leane también abrazó a Nynaeve, murmurando algo que Elayne no alcanzó a oír, y después Siuan hizo lo propio y pronunció un «gracias» que sonó brusco y renuente.
Al menos, es lo que le pareció a ella. No obstante, cuando las dos mujeres se hubieron ido Nynaeve comentó:
—¿Sabes, Elayne? Siuan estaba a punto de llorar. Quizá todo lo que dijo era en serio. Supongo que podría tratar de mostrarme más amable con ella. —Soltó un suspiro que se convirtió en un bostezo, de manera que al llevarse los dedos a la boca sus palabras sonaron amortiguadas—. Sobre todo teniendo en cuenta que vuelve a ser Aes Sedai.
Sin más, se quedó dormida, con la bandeja todavía sobre las rodillas.
Reprimiendo a su vez un bostezo tras la mano, Elayne se levantó y ordenó todo, metiendo la bandeja debajo de la cama de Nynaeve. Le costó un rato desvestir a su amiga y meterla en la cama más cómodamente, pero ni siquiera eso la despertó. En cuanto a ella, una vez que hubo apagado la vela y abrazó la almohada ya tendida en la cama, permaneció despierta mirando en la oscuridad y pensando. ¿Rand tratando de jugar con las Aes Sedai enviadas por Elaida? Se lo comerían vivo. Casi deseó haberse dejado convencer para aceptar la sugerencia de Nynaeve cuando había oportunidad de tener éxito. Ella podría guiarlo para esquivar cualquier trampa que le pusieran, estaba segura —Thom había ampliado mucho las enseñanzas impartidas por su madre— y Rand seguiría sus consejos. Además, de ese modo podría vincularlo a ella. Después de todo, no había esperado a llevar el chal para vincular a Birgitte, así que ¿por qué esperar con Rand?
Se movió en la cama y se acurrucó más contra la almohada. Rand tendría que esperar; estaba en Caemlyn, no en Salidar. Un momento, Siuan había dicho que estaba en Cairhien. ¿Cómo…? Se sentía demasiado cansada, y la idea se borró poco a poco de su mente. Siuan. Siuan todavía ocultaba algo,