Ahora! Libro gratis para leer en línea ✅
  • Home
  • Todos los libros
    • Libros más populares
    • Libros de tendencia
    • Libro mejor calificado
  • BLOG
Advanced
Sign in Sign up
  • Home
  • Todos los libros
    • Libros más populares
    • Libros de tendencia
    • Libro mejor calificado
  • BLOG
  • Adult
  • Bestseller
  • Romanticas
  • Fantasía
  • Ciencia ficción
  • Thriller
  1. Home
  2. El rey
  3. Capítulo 63
Prev
Next

hacia él.

—Dime la verdad y yo te libraré de tus temores. Nadie podrá tocarte…, siempre y cuando no me digas una falsedad.

El macho hundió la cara entre las manos. Luego volvió a respirar profundamente.

—Perdí a mi padre antes de la transición. Y mi madre también murió al dar a luz. En ese sentido, soy como vos, señor.

—Es terrible para alguien quedar sin padres.

Abalone bajó las manos y miró a Wrath con ojos firmes.

—No debería haber descubierto lo que encontré. Pero, hace tres amaneceres, me hallaba en el sótano del castillo. No podía dormir y mi melancolía me hizo empezar a caminar por la parte subterránea. No tenía una vela y mis pies enfundados en zapatos de cuero suave no producían ningún ruido, de modo que, cuando oí voces, los otros no se dieron cuenta de que me acercaba.

—¿Y qué viste? —preguntó Wrath con voz suave.

—Hay un cuarto secreto. Debajo de las cocinas. Yo nunca antes lo había visto porque la puerta está escondida de manera que se camufla con las paredes. Y tampoco ahí la habría notado, de no ser porque el panel falso no se había cerrado por completo. Al quedar trabado con una piedra, dejaba una rendija a través de la cual mis ojos pudieron ver lo que pasaba con claridad. Dentro había tres figuras y formaban un círculo alrededor de un caldero que se hallaba sobre el fuego. Hablaban en voz baja mientras uno de ellos agregaba unos vegetales dentro de lo que fuera que estaban calentando. El hedor era horrible y estaba a punto de dar media vuelta y seguir mi camino… cuando oí vuestro nombre.

Abalone clavó los ojos en una distancia media, como si estuviera viendo y oyendo de nuevo lo que estaba relatando.

—Solo que no hablaban de vos. Estaban hablando de vuestro padre. Estaban contando cómo había enfermado y había muerto, y trataban de determinar la cantidad apropiada para alguien de menor estatura. —El macho sacudió la cabeza—. Yo retrocedí. Y luego hui. Mi mente se hallaba confundida por lo que acababa de presenciar y me convencí… de que todo eso debía de ser algo que había imaginado. Seguramente ellos no podían estar hablando de vuestro padre, ni de vuestra compañera. Habían jurado guardaros fidelidad a vos y a vuestro linaje, así que ¿cómo podían permitir que algo así saliera de sus labios para ser escuchado por otros? —Unos ojos claros e ingenuos se clavaron en los de Wrath—. ¿Cómo podían hacer algo así?

Moderando su rabia, Wrath extendió la mano y la puso sobre el hombro del joven. Aunque sus edades no eran tan distintas, Wrath se sentía como si estuviera hablando con alguien de una generación muy alejada de la suya.

—No te preocupes por las motivaciones de ellos, hijo. Los impuros resultan muy confusos para los machos íntegros.

Los ojos de Abalone se llenaron de lágrimas.

—Yo me convencí de que había sido una equivocación. Hasta que la reina… —El joven volvió a hundir la cara entre las manos—… Querida Virgen Escribana del Ocaso, cuando la reina se desplomó, yo supe que os había fallado. Supe que no era distinto de aquellos que habían causado ese daño, porque no había detenido lo que debería haber…

Para evitar una crisis emocional, Wrath le apretó el hombro.

—Abalone… Abalone, espera.

Cuando el muchacho recobró un poco de compostura, Wrath mantuvo el tono neutro de su voz, aunque en su interior sentía hervir la sangre.

—Tú no eres responsable por las acciones de los malvados.

—Pero debí recurrir a vos… Ellos mataron a la reina.

—Mi shellan está sana y salva. —No había razón para recordar que había estado al borde de perderla—. Te aseguro que se encuentra muy bien.

Abalone se tranquilizó.

—Gracias, bendita Virgen Escribana.

—Y quedas perdonado por mi parte y la de los míos. ¿Entiendes? Yo te perdono.

—Mi lord —dijo el macho, mientras volvía a arrojarse al suelo y ponía la frente sobre el diamante negro que llevaba Wrath—. No lo merezco.

—Sí lo mereces. Porque acudiste a mí y puedes hacer algo para enmendar el error. ¿Podrías llevar a uno de los Hermanos a ese lugar oculto?

—Sí —dijo el macho sin vacilar y se puso de pie enseguida, al tiempo que se ponía la capucha—. Puedo mostrárselo ya.

Wrath le hizo una seña a Ahgony.

—Ve con él.

—Mi lord —dijo el Hermano, para indicar que aceptaba la orden.

—Solo una cosa antes de que te vayas —dijo Wrath con un gruñido—. ¿Puedes decirme quiénes eran?

Abalone clavó los ojos en los del rey.

—Sí. Todos y cada uno de los tres.

Wrath sintió que sus labios esbozaban una sonrisa, aunque no sentía felicidad en su corazón.

—Bien. Eso está muy bien, hijo.

39

Vivir solo y haber sido repudiado por tu único padre vivo tenía una ventaja: cuando no llegas a casa en todo un día, nadie está rechinando los dientes pensando que te han matado.

Y ciertamente gastas menos en teléfono, pensó Saxton mientras esperaba, sentado frente a las puertas del estudio de Wrath.

Después de reacomodarse sobre el elegante sofá, miró por encima de la barandilla dorada. Silencio. Ni siquiera se veía a un doggen limpiando. Pero, claro, algo pasaba en la casa, algo grande, Saxton podía sentirlo en el aire y, aunque no tenía mucha experiencia con las hembras, sabía de qué se trataba.

Alguien estaba pasando por su periodo de fertilidad.

No podía ser otra vez la Elegida Layla, claro. Pero Saxton había oído que el hecho de que una hembra entre en su periodo puede incitar a otras a hacer lo mismo, y era evidente que eso era lo que había ocurrido.

Dios, esperaba que no fuera Beth, pensó Saxton, mientras se frotaba los ojos cansados.

Había que solucionar varias cosas antes de que ella…

—¿Sabes dónde está Wrath?

Saxton volvió a mirar por encima de la barandilla. Rehvenge, el leahdyre del Consejo, había logrado llegar a la mitad de la gran escalera sin que él se diera cuenta de su presencia.

Y definitivamente algo estaba sucediendo: como siempre, el macho estaba imponente con su abrigo de visón y su bastón rojo, pero la expresión de contrariedad que tenía en la cara lo alineaba de inmediato en el territorio de los asesinos.

Saxton levantó un hombro.

—Yo también lo estoy esperando.

Rehv llegó a la segunda planta y siguió hasta las puertas del estudio para comprobar por sí mismo que no había nadie allí. Luego frunció el ceño, giró sobre los talones de sus mocasines LV y levantó la vista hacia el techo, mientras se arreglaba discretamente los pantalones.

En ese momento, se puso pálido.

—¿Es Beth?

No había razón para dar más explicaciones.

—Eso creo.

—Mierda. —El leahdyre se sentó en el sofá que estaba enfrente y fue entonces cuando Saxton notó el largo tubo de cartón que llevaba en la mano—. Esto se pone cada vez peor.

—Lo hicieron —susurró Saxton—. ¿No es así?

Rehv levantó la cabeza y entrecerró sus ojos color amatista.

—¿Cómo lo sabes?

¿Tú me odias?

Sí.

Saxton desvió la mirada.

—Traté de advertir al rey. Pero… estaba a punto de subir a atender a su shellan.

—No has respondido mi pregunta.

—Fui a la casa de mi padre porque me había llamado. Y cuando estaba allí, entendí todo lo que estaba pasando. —Saxton sacó su teléfono y le mostró las fotos a Rehv—. Logré hacer estas fotos. Son libros sobre las Leyes Antiguas, todos abiertos en referencias acerca de los herederos y la sangre. Como te he dicho, esperaba haber podido hablar con él anoche.

—No habría servido de nada. —Rehv se pasó la mano por la cresta—. Ya todo estaba en marcha…

En ese momento se abrió la puerta que llevaba al piso de arriba y que estaba frente a ellos, al principio del pasillo de las estatuas. Lo que salió por la puerta era…

—Joder… —murmuró Rehv y sacudió la cabeza—. Ahora sabemos cómo será el apocalipsis zombi.

El espectro tembloroso y flojo que salió por la puerta apenas se parecía al rey: el pelo largo, mojado después de una ducha, seguía cayendo desde su famoso pico de viuda; las gafas de sol eran las mismas y, sí, la camiseta y los pantalones de cuero negros coincidían con su uniforme. Pero todo lo demás parecía distinto. Había perdido tanto peso que los pantalones le colgaban como banderas alrededor de las piernas; la cinturilla le quedaba a la altura de los muslos y la supuesta camiseta ceñida flotaba sobre su pecho. Y tenía la cara igual de mal. La piel parecía haberse contraído alrededor de los pómulos y el mentón…, y el cuello…, querida Virgen Escribana, tenía la garganta…

Las venas de los dos lados estaban tan desgarradas y parecían haber sido usadas tantas veces que parecía un extra de La matanza de Texas.

Y sin embargo, el macho daba la impresión de flotar sobre una nube. El aire que lo precedía era suave como una brisa de verano, y su sensación de satisfacción y felicidad era como una burbuja a su alrededor.

¡Qué pena tener que arruinar todo eso!

Wrath reconoció de inmediato a los dos que lo estaban esperando y, cuando se detuvo, movió la cabeza de lado a lado, como si estuviera estudiando sus caras. Pero Saxton estaba seguro de que evaluaba sus auras.

—¿Qué?

Dios, tenía la voz tan ronca que parecía apenas un susurro. Pero un susurro lleno de energía.

—Tenemos que hablar. —Rehv le puso el tubo en la mano como si fuera un bate de béisbol—. Ya.

Wrath respondió con una sarta de groserías. Y luego dijo entre dientes:

—Joder, ¿no podéis darme una hora para alimentar a mi shellan después de su periodo de fertilidad?

—No. No podemos. Y necesitamos a los Hermanos. A todos. —Rehv se puso de pie con la ayuda del bastón—. La glymera ha votado a favor de una recusación. Te van a echar, amigo mío. Y tenemos que generar una respuesta.

Wrath no se movió durante un buen rato.

—¿Con qué argumento?

—Tu reina.

La cara pálida de Wrath se volvió ahora cenicienta.

—¡Fritz! —gritó el rey a todo pulmón.

El mayordomo se materializó desde el salón de la segunda planta, como si hubiera estado esperando durante horas a que lo llamaran.

—¿Sí, Excelencia?

El rey murmuró entonces con voz agotada:

—Beth necesita comida. Llévale todo lo que pueda desear. La dejé en la bañera, pero será mejor que vayas a verla ahora mismo. Está muy débil y no quiero que se desmaye y se ahogue.

Fritz hizo una reverencia tan pronunciada que su cara arrugada casi roza la alfombra.

—Enseguida.

Mientras el doggen se apresuraba a cumplir con su deber, Wrath le dijo:

—¿Y sacarías a mi perro? Después puedes llevarlo a mi despacho.

—Desde luego, Majestad. Será un placer.

Wrath se giró hacia las puertas abiertas de su estudio como si fuera camino de las galeras.

—Rehv, llama a la Hermandad.

—Entendido. Y Saxton debe estar presente en la reunión. Alguien debe darnos una opinión sobre la legalidad de todo esto.

Wrath no respondió. Tan solo entró al salón decorado en tonos azules pálidos, parecía una sombra en medio de todos esos elegantes muebles franceses.

En ese momento Saxton pudo ver el peso que llevaba el rey sobre los hombros, y sentir el calor del fuego que quemaba aquellos pies, y experimentar la sensación de desastre que se abría en este nuevo giro del camino. Wrath era el capitán del barco de la raza y, como tal, tendría que ser el primero en afrontar los glaciares.

Todo era tan ingrato. Las horas que había pasado encadenado al escritorio de su padre, todos los documentos que había revisado, el montón de páginas que habían sido preparadas por otros y que Saxton le había presentado para que él dictara unas normas que luego salían al mundo.

Una infinita corriente de necesidades que lo absorbía todo.

Después de ponerse

Prev
Next

YOU MAY ALSO LIKE

Amante liberado
Amante liberado
August 3, 2020
Amante al fin
Amante al fin
August 3, 2020
Deseo
Deseo
August 3, 2020
Amante confeso
Amante confeso
August 3, 2020
  • Privacy Policy
  • About Us
  • Contact Us
  • Copyright
  • DMCA Notice

© 2020 Copyright por el autor de los libros. All rights reserved.