temo que todavía no se haya librado la batalla final. —Rand se revolvió, pero la Aes Sedai le dirigió una fulminante mirada, y volvió a permanecer inmóvil—. La Llaga todavía se mantiene y las forjas de Thakan’dar aún siguen activas bajo Shayol Ghul. Todavía hay muchos Semihombres e incontables trollocs. No creo que haya desaparecido la necesidad de mantener la cautela en las tierras fronterizas.
—Tampoco lo creía yo así —replicó con altivez Agelmar.
Moraine hizo señas a Loial para que depositara el arcón de oro a sus pies y luego lo abrió, dejando el Cuerno al descubierto.
—El Cuerno de Valere —anunció. Agelmar emitió una exclamación y Rand pensó que estaba a punto de arrodillarse.
—Con eso, Moraine Sedai, no importa el número de Semihombres y trollocs que sigan vivos. Con los héroes de la antigüedad regresados de su tumba, marcharemos hacia las Tierras Malditas y arrasaremos Shayol Ghul.
—¡NO! —Agelmar la miró con las mandíbulas desencajadas por la sorpresa, pero Moraine prosiguió tranquilamente—. No os lo he mostrado para provocar vuestra ambición, sino para que sepáis que, en las batallas venideras, nuestra fuerza será equiparable a la de la Sombra.
Su lugar no es éste. El Cuerno debe ser llevado a Illian. Es allí, cuando se cierna la amenaza de nuevos enfrentamientos, donde debe reunir a las fuerzas de la Luz. Os solicito la escolta de vuestros mejores guerreros para que lo trasladen a Illian con la mayor seguridad. Todavía existen Amigos Siniestros, al igual que Semihombres y trollocs, y quienes acudan a la llamada del cuerno seguirán a cualquiera que lo haga sonar. Debe llegar a Illian.
—Será como decís, Aes Sedai.
Pero, cuando se cerró el arcón, el señor de Fal Dara tenía el aspecto de un hombre al que se le había negado el último resquicio de Luz.
Siete días después, las campanas todavía repicaban en Fal Dara. El pueblo había regresado de Fal Moran, sumándose a las celebraciones de los soldados, y los gritos y los cantos se entremezclaban con el tañido de las campanas en el largo balcón donde se encontraba Rand. Éste daba a los jardines privados de Agelmar, poblados de verdor y de flores, pero él apenas si los miró. A pesar del sol de mediodía, la primavera era más fresca de lo habitual y, sin embargo, el sudor resbalaba por su pecho desnudo mientras blandía la espada con la marca de la garza, con movimientos precisos, que a un tiempo percibía distantes desde su mente instalada en el vacío. Incluso allí, se preguntaba si la alegría reinante en la ciudad no se ensombrecería si su gente se enterara de la presencia del estandarte que Moraine todavía mantenía oculto.
—Bien, pastor. —Inclinado sobre la barandilla con los brazos cruzados, el Guardián lo observaba con mirada crítica—. Estás progresando, pero no te afanes tanto. No puedes convertirte en un maestro espadachín en pocas semanas.
El vacío se esfumó como una pompa de jabón.
—No me interesa convertirme en un maestro.
—Ésta es el arma de un maestro en la espada, pastor.
—Sólo quiero que mi padre se enorgullezca de mí. —Cerró las manos sobre el duro cuero de la empuñadura. «Sólo quiero que Tam sea mi padre.» Enfundó bruscamente la hoja—. De todas maneras, no dispongo de varias semanas.
—¿Entonces no has cambiado de parecer?
—¿Lo haríais vos? —La expresión de Lan permaneció inalterada; sus duras facciones parecían no modificar nunca sus líneas—. ¿No iréis a intentar retenerme? ¿Vos o Moraine Sedai?
—Puedes hacer lo que quieras, pastor, o lo que el Entramado teja para ti. —El Guardián se enderezó—. Te dejo solo.
Rand se volvió para ver cómo se alejaba Lan y se encontró con que Egwene estaba allí de pie.
—¿Que no has cambiado de parecer respecto a qué, Rand? Se puso la camisa y la chaqueta; sentía un frío repentino.
—Me voy, Egwene.
—¿Adónde?
—A algún sitio. No lo sé.
No quería mirarla a los ojos, pero no le era posible apartar la vista de ella. Llevaba rosas rojas en los cabellos, que ondeaban sobre sus hombros. Su capa de color azul oscuro, bordada en los bordes con una estrecha franja de flores blancas a la usanza de Shienar, estaba ajustada hasta su cara. Los bordados no eran más pálidos que sus mejillas; sus ojos parecían muy grandes y oscuros.
—Lejos de aquí —repitió.
—Estoy segura de que a Moraine Sedai no le gustará que te marches así. Después…, después de lo que has hecho, mereces una recompensa.
—A Moraine le tiene sin cuidado si estoy vivo. He hecho lo que ella quería y ahora se ha acabado. Ni siquiera me dirige la palabra cuando voy a verla. No es que yo haya procurado acercarme a ella, pero me ha evitado conscientemente. A ella no le importará que me marche, ni a mí si se va ella.
—Moraine todavía no está recuperada del todo. —Titubeó—. Yo debo ir a Tar Valon para estudiar. Nynaeve vendrá conmigo. Y Mat necesita que lo curen de lo que lo mantiene vinculado a esa daga y Perrin quiere ver Tar Valon antes de ir… dondequiera que vaya. Podrías venir con nosotros.
—¿Y esperar a que otra Aes Sedai que no sea Moraine descubra lo que soy y me amanse? —Su tono era duro, casi sarcástico; no le era factible modificarlo—. ¿Es eso lo que quieres?
—No.
Supo que nunca sería capaz de expresarle el inmenso agradecimiento que le produjo la rapidez y contundencia de su respuesta.
—Rand, no temerás… —Estaban solos, pero dirigió la mirada a su alrededor y aun así bajó la voz—. Moraine Sedai dice que no debes establecer contacto con la Fuente Verdadera. Si no tocas el Saidin, si no tratas de utilizar el Poder, estarás a salvo.
—Oh, no pienso tocarlo nunca más. Ni aunque tenga que amputarme una mano antes. «¿Qué ocurrirá si no puedo evitarlo? Yo nunca intenté servirme de él, ni siquiera en el Ojo. ¿Qué ocurrirá si no puedo evitarlo?»
—¿Irás a casa, Rand? Tu padre debe de morirse de ganas de verte. Incluso el padre de Mat debe de estar ansioso por verlo, llegados a este punto. Yo volveré al Campo de Emond dentro de un año. Para quedarme un tiempo, al menos.
Rozó la palma de la mano sobre el puño de su espada y palpó la garza de bronce. «Mi padre. El hogar. ¡Luz, cuánto deseo ver…!»
—No. —«A algún lugar donde no haya gente a quien causar daño si no puedo controlarme. Algún lugar donde esté solo.» De pronto hizo tanto frío en el balcón como si estuviera nevando—. Me voy, pero no a casa. —«Egwene, Egwene, ¿por qué has tenido que ser tú una de ellas…?» La rodeó con sus brazos y musitó en sus cabellos—. Nunca volveré allí.
En el jardín privado de Agelmar, bajo un emparrado salpicado de flores blancas, Moraine se arrellanó en la poltrona. Tenía en el regazo los fragmentos del sello de piedra del corazón y la pequeña gema que a veces llevaba en el pelo giraba y centelleaba en la cadena de oro que sostenían sus dedos. Aquella piedra no tenía en sí ningún poder, pero la primera aplicación del Poder único que ella había aprendido cuando era una muchacha, en el palacio real de Cairhien, era utilizar la gema para escuchar a las personas que se creían a resguardo de oídos indiscretos.
—Las profecías se cumplirán —susurró la Aes Sedai—. El Dragón ha renacido.
GLOSARIO
Aclaración sobre las fechas de este glosario
El calendario Tomano (ideado por Toma dur Ahmid) se adoptó aproximadamente dos siglos después de la muerte de los últimos varones Aes Sedai y registró los años transcurridos después del Desmembramiento del Mundo (DD). Muchos anales resultaron destruidos durante las Guerras de los Trollocs, de tal modo que, al concluir éstas, se abrió una discusión respecto al año exacto en que se hallaban en el antiguo sistema. Tiam de Gazar propuso un nuevo calendario, en conmemoración de la supuesta liberación de la amenaza trolloc, en el que los años se señalarían como Año Libre (AL). El calendario Gazariano ganó amplia aceptación veinte años después del final de la guerra. Artur Hawkwing intentó establecer un nuevo anuario que partiría de la fecha de fundación de su imperio (DF, Desde la Fundación), pero únicamente los historiadores hacen referencia a él actualmente. Tras la generalizada destrucción, mortalidad y desintegración de la Guerra de los Cien Años, Uren din Jubai Gaviota Voladora, un erudito de las islas de los Marinos, concibió un cuarto calendario, el cual promulgó el Panarch Farede de Tarabon. El calendario Farede, iniciado a partir de la fecha, arbitrariamente decidida, del fin de la Guerra de los Cien Años, que registra los años de la Nueva Era (NE), es el que se utiliza en la actualidad.
Acechante: Véase Myrddraal.
Adan, Heran: Gobernador de Baerlon.
Aes Sedai: Poseedoras del Poder único. Desde la Época de Locura, todos los Aes Sedai supervivientes son mujeres. Con frecuencia inspiradoras de desconfianza, temor e incluso odio entre la gente, muchos les achacan la responsabilidad del Desmembramiento del Mundo y existe la creencia generalizada de que se involucran en los asuntos de Estado. Al mismo tiempo, pocos son los gobernantes que no disponen de un consejero Aes Sedai, aun en las tierras en donde debe mantenerse en secreto semejante clase de conexión. Utilizado como tratamiento honorífico, también: Sheriam Sedai; y como altamente honorífico: Sheriam Aes Sedai. Véase también Ajah; Sede Amyrlin.
Agelmar; lord Agelmar de la casa de Jagad: Señor de Fal Dara. Sus insignias son tres zorros rojos en actitud de correr.
Aiel: El pueblo del Yermo de Aiel. Duros y luchadores. Se cubren los rostros antes de matar, lo cual ha dado origen al dicho «actuar como un Aiel de rostro velado» para describir a alguien que se comporta de manera violenta. Terribles guerreros con armas o a cuerpo, nunca tocan una espada. Sus flautistas los acompañan en las batallas con música de danzas y los Aiel llaman a la batalla «la Danza».
Ajah: Sociedades entre las Aes Sedai; cada Aes Sedai pertenece a un Ajah concreto. Estos se designan por colores: Ajah Azul, Ajah Rojo, Ajah Blanco, Ajah Verde, Ajah Marrón, Ajah Amarillo y Ajah Gris. Cada uno de ellos sigue una filosofía específica respecto al uso dado al Poder único y los cometidos de las Aes Sedai. El Ajah Rojo, por ejemplo, dedica todas sus energías a buscar y amansar a los hombres que pretenden utilizar el Poder. El Ajah Marrón, por otra parte, prohíbe el compromiso con el mundo y se consagra a la profundización en el conocimiento. Corren rumores (furiosamente desmentidos por las Aes Sedai y nunca mencionados en presencia de una de ellas) sobre la existencia de un Ajah Negro, abocado al servicio del Oscuro.
Aldieb: En la Antigua Lengua, «Viento del Este», el viento que trae consigo las lluvias primaverales.
¡Al Ellisande!: En la Antigua Lengua, «¡Por la Rosa del Sol!» al’Meara, Nynaeve: La Zahorí del Campo de Emond.
Al’Thor, Rand: Un joven campesino y pastor de Dos Ríos.
Al’Vere, Egwene: Hija menor del posadero del Campo de Emond.
Amansar: La acción, realizada por Aes Sedai, de neutralizar la fuerza de un varón capaz de canalizar el Poder único. Ello es necesario debido a que todo hombre que aprenda a canalizar enloquecerá a causa de la infección que afecta al Saidin y probablemente producirá horribles daños utilizando el Poder después de haber perdido el juicio. Un hombre que ha sido amansado puede detectar todavía la Fuente Verdadera, pero no establecer contacto con ella.
La evolución del grado de locura se detiene con el amansamiento, aunque no se cura, y si éste se efectúa en el inicio es factible evitar la muerte que