¿Los has traído?
Rand le tendió el hatillo por encima de la mesa. Thom lo desató apresuradamente —pestañeó al ver su vieja capa, tan cubierta de abigarrados parches como la que llevaba ahora— y abrió la dura funda de cuero de la flauta, asintiendo con la cabeza al ver el instrumento de oro y plata que reposaba en su interior.
—Me gané el lecho y la comida con ella después de separarnos —le informó Rand.
—Lo sé —replicó secamente el juglar—. Paré en una de las mismas posadas, pero tuve que componérmelas con malabarismos y algunas historias sencillas dado que tú tenías mi… ¿No habrás tocado el arpa? —Entonces abrió el otro estuche y sacó un arpa de oro y plata tan elaborada como la flauta; la acarició tan amorosamente como si fuera un recién nacido—. El arpa es demasiado delicada para las torpes manos de un campesino.
—No la he tocado —le aseguró Rand.
Thom hizo sonar dos cuerdas, parpadeando.
—Al menos la has mantenido afinada —murmuró.
Rand se inclinó sobre la mesa y acercó la cabeza a la del juglar.
—Thom, queríais ir a Illian para ver partir la Gran Cacería y ser uno de los primeros en componer nuevas historias basadas en ella, pero no pudisteis. ¿Qué os parecería si os dijera que todavía podéis participar en ello? ¿Desde una perspectiva muy importante?
Loial se revolvió, inquieto.
—Rand, ¿pero estás seguro…? —Rand lo acalló con un gesto, sin apartar los ojos de Thom.
Thom miró al Ogier y frunció el entrecejo.
—Eso dependería de las condiciones. Si tienes motivos para creer que uno de los Cazadores va a venir por aquí… Supongo que ya habrán salido de Illian, pero tardaría semanas en llegar a Cairhien, cabalgando en línea recta, ¿y por qué iba a hacerlo? ¿Es uno de esos tipos que no fueron a Illian? Nunca entrará en las historias sin haber recibido la bendición, haga lo que haga.
—No importa si la Cacería ha partido o no de Illian. —Rand percibió cómo Loial retenía el aliento—. Thom, tenemos el Cuerno de Valere.
Por un momento reinó un silencio de muerte, que Thom interrumpió prorrumpiendo en carcajadas.
—¿Que vosotros dos tenéis el Cuerno? ¿Un pastor y un Ogier imberbe tienen el Cuerno de…? —Volvió a estallar en risas, golpeándose la rodilla—. ¡El Cuerno de Valere!
—Pero sí lo tenemos —aseveró Loial muy serio.
Thom respiró hondo, todavía aquejado por las secuelas de la risa.
—No sé qué habéis encontrado, pero puedo llevaros a diez tabernas donde un tipo os dirá que conoce a un hombre que conoce al hombre que ya ha hallado el cuerno, y también os explicará cómo lo encontró…, siempre que le paguéis la cerveza. Puedo llevaros a ver a tres hombres que os venderán el Cuerno y que jurarán por la salvación de sus almas ante la Luz que es el genuino y verdadero. Hay incluso un noble en la ciudad que pretende tener el Cuerno cerrado bajo llave en su casa solariega. Sostiene que es un tesoro que vienen heredando en su casa desde el Desmembramiento. No sé si los Cazadores encontrarán alguna vez el Cuerno, pero mientras tanto irán en pos de miles de pistas falsas.
—Moraine afirma que es el Cuerno —arguyó Rand, con lo cual atajó el alborozo de Thom.
—¿De veras? Creí que me habías dicho que ya no estaba contigo.
—Y no está, Thom. No la he visto desde que abandoné Fal Dara, en Shienar, y durante el mes anterior no me dirigió más de dos palabras seguidas. —No logró ocultar la amargura en la voz. «Y, cuando me habló, preferí que hubiera continuado haciendo caso omiso de mi presencia. Nunca más volveré a bailar al compás de su melodía, así la Luz la consuma a ella y a todas las Aes Sedai. No. A Egwene no. Ni a Nynaeve.» Era consciente de que Thom lo observaba con atención—. No está aquí, Thom. No sé dónde está ni tampoco me importa.
—Bien, al menos tienes el juicio de mantenerlo en secreto. De lo contrario, a estas alturas se sabría en todo extramuros y la mitad de Cairhien estaría acechando para robarlo. La mitad del mundo.
—Oh, lo hemos mantenido en secreto, Thom. Y tengo que llevarlo de nuevo a Fal Dara, evitando que se lo lleven los Amigos Siniestros o cualquier otra persona. De ahí podéis sacar una buena historia, ¿no es cierto? Y yo podría contar con un amigo que conoce el mundo. Habéis estado en todas partes y sabéis cosas que yo no alcanzo ni a imaginar. Loial y Hurin disponen de mayores conocimientos que yo, pero todos estamos empantanados.
—¿Hurin? No, no me lo expliques. No quiero saberlo. —El juglar corrió la silla hacia atrás y fue a mirar por la ventana—. El Cuerno de Valere. Eso significa que se avecina la Última Batalla. ¿Quién va a darse cuenta de ello? ¿Has visto reír a la gente en las calles? Sólo con que las barcazas de grano pararan una semana, ya no reirían. Galldrain pensaría que se han convertido todos en Aiel. Todos los nobles toman parte en el juego de las Casas, intrigando para aproximarse al rey, conspirando para obtener un poder superior al del rey, conjurándose para deponer a Galldrain y ser el siguiente soberano, o soberana. Pensarán que el Tarmon Gai’don no es más que una nueva estratagema del Juego —Se volvió, dando la espalda a la ventana—. Supongo que no estás proponiéndote cabalgar simplemente hasta Shienar y entregar el Cuerno a… ¿A quién?… ¿Al rey? ¿Por qué a Shienar? Todas las leyendas relacionan Illian con el Cuerno.
Rand miró a Loial y vio que tenía las orejas abatidas.
—A Shienar, porque no sé a quién entregarlo aquí. Y hay trollocs y Amigos Siniestros que nos siguen los pasos.
—¿Por qué no me sorprende esto? No. Puede que sea un viejo idiota, pero lo seré a mi manera. Quédate tú con la gloria, chico.
—Thom…
—¡No!
Hubo un largo silencio, interrumpido únicamente por los crujidos que producía Loial al moverse encima de la cama.
—Loial —inquirió al fin Rand—, ¿te importaría dejarnos a Thom y a mí a solas un momento, por favor?
Loial se mostró sorprendido, pero asintió y se puso en pie.
—Esa partida de dados del comedor parecía interesante. Tal vez me dejen jugar.
Thom miró con suspicacia a Rand cuando la puerta se cerró tras el Ogier.
Rand vaciló. Había cosas que necesitaba saber, cosas que estaba seguro de que Thom conocía, pero no sabía cómo preguntarlas.
—Thom —inquirió por fin—, ¿hay algún libro que contenga el Ciclo Kareathon? —Le resultó más sencillo darle ese nombre en lugar de hablar de las Profecías del Dragón.
—En las grandes bibliotecas —repuso lentamente Thom—. Hay varias traducciones e incluso se encuentra en la Antigua Lengua. —Rand se disponía a preguntar si existía la posibilidad de que él localizara alguna, pero el juglar siguió hablando—. La Antigua Lengua es muy musical, pero hay demasiadas personas, incluso entre los nobles, que se impacientan al escucharla hoy en día. En principio los nobles han de conocer la Antigua Lengua, pero hay muchos que solamente aprenden lo suficiente para impresionar a la gente que la desconoce. Las traducciones no tienen la misma sonoridad, a menos que estén en Cántico alto, y en ocasiones eso trastoca aún más el significado que la mayoría de traducciones. Hay un verso en el ciclo, que aunque no bien medido conserva intacto su significado, el cual dice así:
Dos veces será marcado,
dos veces para vivir y dos veces para morir.
Una vez la garza, para señalar su camino.
Dos veces la garza, para darle su verdadero nombre.
Una vez el Dragón, para el recuerdo perdido.
Dos veces el Dragón, por el precio que ha de pagar.
Alargó la mano y tocó las garzas bordadas en el alto cuello de la chaqueta de Rand. Por un momento, Rand sólo acertó a mirarlo, boquiabierto, y, cuando pudo hablar, lo hizo con voz temblorosa.
—Con la espada son cinco: empuñadura, vaina y hoja. —Volvió la mano sobre la mesa, ocultando la garza impresa en su palma. Por primera vez desde que el bálsamo de Selene había surtido efecto, la notaba allí. No le dolía, pero era consciente de ella.
—En efecto. —Thom lanzó una carcajada—. Hay otro que me viene a la memoria.
Dos veces amanece el día cuando se derrama su sangre.
Una por el luto, otra por el nacimiento.
Roja sobre negro, la sangre del Dragón mancha la roca de Shayol Ghul.
En la Fosa de la Perdición su sangre liberará a los hombres de la Sombra.
Rand sacudió la cabeza a modo de negación, pero Thom no pareció advertirlo.
—No veo cómo un día puede amanecer dos veces, pero también es cierto que muchos de los versos son bastante confusos. La ciudadela de Tear no caerá nunca hasta que el Dragón Renacido esgrima Callandor, pero la Espada que no Puede Tocarse reposa en el corazón de la ciudadela, de modo que ¿cómo va a poder esgrimirla, eh? Bien, que sea lo que la Luz quiera. Sospecho que las Aes Sedai desearían que los acontecimientos se ajustaran de la manera más aproximada posible a las profecías. Morir en algún lugar de las Tierras Malditas sería un alto precio a pagar por ir con ellas.
—Ninguna Aes Sedai está utilizándome —afirmó Rand, con una calma en la voz que estaba lejos de sentir—. Ya os he dicho que la última vez que vi a Moraine fue en Shienar. Dijo que era libre de ir a donde quisiera y me fui.
—¿Y no hay ninguna Aes Sedai contigo ahora? ¿Ninguna?
—Ninguna.
Thom se atusó los largos bigotes blancos. Parecía satisfecho y desconcertado a un tiempo.
—¿Entonces por qué haces preguntas acerca de las profecías? ¿Por qué haces salir al Ogier de la habitación?
—No…, no quería molestarlo. Ya está bastante nervioso con lo del Cuerno. Esto es lo que quería preguntaros: ¿se hace mención del Cuerno en las…, las profecías? —Todavía no lograba formular claramente sus inquietudes—. Todos esos falsos Dragones, y ahora se ha encontrado el Cuerno. Se supone que el Cuerno de Valere tiene el cometido de llamar a los héroes muertos para que peleen contra el Oscuro en la Última Batalla, y se supone que el…, el Dragón Renacido… luchará contra el Oscuro en la Última Batalla. Me ha parecido natural relacionarlo.
—Seguramente lo es. No son muchos los que saben que el Dragón Renacido participará en la Última Batalla, o, si lo saben, creen que luchará en las filas del Oscuro. Son pocos los que leen las profecías para informarse de ello. ¿Qué has dicho acerca del Cuerno: «se supone»?
—He aprendido algunas cosas desde que nos separamos, Thom. Acudirán en apoyo de cualquiera que toque el Cuerno, incluso de un Amigo Siniestro.
Las enmarañadas cejas de Thom se enarcaron hasta casi rozar el nacimiento de sus cabellos.
—Pues eso lo ignoraba yo. Has aprendido unas cuantas cosas.
—Eso no significa que vaya a permitir que la Torre Blanca me use como un falso Dragón. No quiero tener nada que ver con Aes Sedai, falsos Dragones, el Poder o… —Rand se mordió la lengua. «Te vuelves loco y empiezas a farfullar. ¡Estúpido!»
—Durante un tiempo, chico, pensé que tú eras el que quería Moraine e incluso creí saber el porqué. Ya sabes que ningún hombre decide encauzar el Poder. Es algo que le sobreviene, como una enfermedad. No se puede culpar a un hombre de enfermar, aun cuando eso sea algo que pueda acarrear también la muerte propia.
—Vuestro sobrino tenía la capacidad de encauzar, ¿verdad? Me dijisteis que ése era el motivo por el que nos habíais ayudado, porque vuestro sobrino había tenido problemas con la Torre Blanca y se