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  2. El Despertar de los Heroes
  3. Capítulo 19
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humanos nunca está a la altura de la obra del Creador. Sabíamos que había extendido nuevamente su mano sobre el mundo, aun cuando, gracias a la Luz, su contacto sólo había sido indirecto. Los Amigos Siniestros se multiplican, y lo que tildábamos de malo hace tan sólo diez años ahora parece casi una futilidad comparado con lo que se efectúa ahora día a día.

—Si los sellos están rompiéndose ya… Quizá no tengamos tiempo para nada.

—Poco, pero suficiente. Deberemos adaptarnos a la situación.

La Amyrlin tocó el sello fracturado y su voz sonó atenazada, como si hubiera de hacer esfuerzos para hablar.

—He visto al muchacho en el patio durante la ceremonia de bienvenida. Ése es uno de mis talentos: percibir a los ta’veren. Un talento raro hoy en día, aun más escaso que los ta’veren, y ciertamente de poca utilidad. Un chico alto, bastante guapo. Apenas distinto de cualquier joven que uno puede encontrarse en cualquier ciudad. —Se detuvo para recobrar aliento—. Moraine, resplandecía como el sol. En pocas ocasiones he sentido temor en la vida, pero su imagen me sobrecogió de pies a cabeza. Quería agazaparme, aullar. Apenas era capaz de hablar. Agelmar ha pensado que estaba molesta con él, por lo poco que he dicho. Ese joven… es el que hemos estado buscando durante veinte años.

Su voz contenía un indicio de interrogante, al que Moraine dio respuesta.

—Lo es.

—¿Estás segura? ¿Puede…? ¿Puede… encauzar el Poder Único?

Su boca se frunció en torno a esas palabras y Moraine notó asimismo la tensión, una tenaza interior, un frío que se le prendía en el corazón. Conservó, sin embargo, la calma en las facciones.

—Sí. —Un hombre que esgrimía al Poder. Aquello era algo que ninguna Aes Sedai podía considerar sin miedo, algo cuya posibilidad aterrorizaba al mundo entero. «Y yo lo dejaré vagar solo por el mundo»—. Rand al’Thor se manifestará ante el mundo como el Dragón Renacido.

La Amyrlin se estremeció.

—Rand al’Thor. No parece un nombre que inspire temor ni que vaya a embravecer el mundo. —Volvió a estremecerse y se frotó con vigor los brazos, pero sus ojos adquirieron de pronto un resuelto brillo—. Si es el elegido, entonces tal vez dispongamos realmente del tiempo suficiente. Pero ¿está a salvo aquí? Tengo a dos hermanas Rojas conmigo y ya no puedo responder tampoco de las Verdes o las Amarillas. Que la Luz me consuma, no puedo responder de ninguna de ellas, no con un asunto de esta categoría. Incluso Verin y Serafelle se abalanzarían sobre él como lo harían con una culebra escarlata que entrara en el cuarto de los niños.

—Está a salvo, por el momento.

La Amyrlin esperó a que añadiera algo. El silencio flotó largamente, hasta que resultó evidente que no iba a hacerlo.

—Dices que nuestro antiguo plan es inútil. ¿Qué sugieres ahora?

—He dejado, a propósito, que él pensara que ya no presenta ningún interés para mí, que puede ir a donde le plazca en lo que a mí concierne. —Levantó las manos al advertir el gesto de la Amyrlin—. Era preciso, Siuan. Rand al’Thor fue criado en Dos Ríos, donde la obstinada sangre de Manetheren fluye con fuerza en todas las venas, y su propia sangre es como roca al lado de arcilla comparada con la de Manetheren. Debemos tratarlo con cuidado o de lo contrario se doblegará en cualquier dirección opuesta a la que pretendamos.

—En ese caso lo trataremos con tanto cuidado como a un recién nacido. Lo envolveremos en suaves tejidos y jugaremos con sus pies, si es eso lo que crees que necesitamos. Pero ¿con qué propósito inmediato?

—Sus dos amigos, Matrim Cauthon y Perrin Aybara, están anhelantes por ver mundo antes de volver a hundirse en la oscuridad de Dos Ríos. Si es que pueden hacerlo; ellos también son ta’veren, aunque en menor grado que él. Los induciré a llevar el Cuerno de Valere a Illian. —Titubeó, frunciendo el entrecejo—. Hay… un problema que afecta a Mat. Lleva una daga de Shadar Logoth.

—¡Shadar Logoth! Luz, ¿por qué demonios los dejaste acercarse a ese lugar? Todas las piedras están infectadas. Nadie estaría a salvo aunque se llevara el más ínfimo guijarro. Que la Luz nos asista, si Mordeth tocó al muchacho… —Parecía que la Amyrlin tuviera estrangulada la voz—. Si eso ha ocurrido, el mundo estaría perdido.

—Pero no lo hizo, Siuan. Hacemos lo que debemos hacer acuciados por la necesidad y aquél era un caso de necesidad. Me he ocupado de que Mat no infecte a los demás, Pero había tenido la daga durante demasiado tiempo en su poder antes de que yo me enterara. El vínculo sigue ahí. Había pensado llevarlo a Tar Valon para curarlo, pero, habiendo tantas hermanas, podríamos hacerlo aquí. Siempre que haya suficientes de ellas en cuyo buen juicio podamos confiar y no vean Amigos Siniestros donde no los hay. Utilizando mi angreal, necesitaremos un par de hermanas, aparte de nosotras dos.

—Leane servirá y encontraré a otra. —De improviso la Sede Amyrlin torció el gesto—. La Antecámara quiere que devuelvas el angreal, Moraine. Quedan pocos, y ahora estás considerada como… persona no digna de confianza.

Moraine esbozó una sonrisa que no afectó a sus ojos.

—Todavía pensarán cosas peores de mí antes de que haya acabado. Volviendo a nuestro tema, Mat estará alborozado por ocupar un lugar tan prominente en la leyenda del Cuerno y me parece que no será difícil convencer a Perrin. Necesita algo que lo distraiga de sus preocupaciones. Rand sabe lo que es, en parte al menos, y siente temor por ello, claro está. Quiere marcharse a algún sitio donde esté solo, donde no pueda dañar a nadie. Dice que nunca volverá a esgrimir el Poder, pero no está seguro de poder contenerse.

—Y está en lo cierto. Sería más sencillo renunciar a beber agua.

—Exactamente. Y quiere librarse de las Aes Sedai. —Moraine esbozó una ligera y triste sonrisa—. Si se le ofrece la posibilidad de dejar a un lado a las Aes Sedai y permanecer un poco más de tiempo con sus amigos, estará tan entusiasmado como Mat.

—Pero ¿cómo va a dejar a un lado a las Aes Sedai? Tú debes viajar con él. No podemos perderlo ahora, Moraine.

—No puedo acompañarlo. —«Media una gran distancia de Fal Dara a Illian, pero él ha recorrido un camino casi tan largo»—. Debemos soltarle el lazo por un tiempo. No hay otra alternativa. He ordenado quemar todas sus viejas ropas. Han existido demasiadas oportunidades para que algún hilo de sus vestimentas cayera en manos inadecuadas. Los limpiaré antes de que partan; ellos ni siquiera se percatarán de ello. De ese modo no habrá ninguna posibilidad de que les sigan el rastro y el otro hilo de esa categoría se encuentra encerrado aquí en las mazmorras. —La Amyrlin, a punto de asentir, le dirigió una mirada interrogativa, pero ella no hizo ninguna pausa—. Viajarán con toda la seguridad que puedo ofrecerles, Siuan. Y, cuando Rand me necesite en Illian, estaré allí, y me ocuparé de que sea él quien presente el Cuerno al Consejo de los Nueve y a la Asamblea. Yo me encargaré de todo en Illian. Siuan, los illianos seguirían al Dragón, o al propio Ba’alzemon, si llegara con el Cuerno de Valere, e igual disposición tendrán los que se han congregado para la Cacería. El verdadero Dragón Renacido no tendrá necesidad de reunir un ejército de seguidores antes de que las naciones le declaren la guerra. Comenzará su andadura con una nación que lo acoja y sus huestes que lo secunden.

La Amyrlin se arrellanó en la silla, pero de inmediato se inclinó hacia adelante, al parecer indecisa entre la fatiga y la esperanza.

—¿Pero se proclamará el mismo? Si tiene miedo… La Luz sabe bien que tiene motivos para ello, pero los hombres que se autodenominan Dragón desean el poder. Si él no tiene ambiciones…

—Dispongo de los medios para obligarlo a proclamarse como el Dragón tanto si lo quiere como si no. E, incluso si no lograra llevar a cabo mis propósitos por algún motivo, el Entramado se ocupará de hacerlo. Recuerda que es ta’veren, Siuan. No posee mayor control sobre su destino del que tiene la mecha de una vela sobre el fuego.

—Es arriesgado —observó, suspirando, la Amyrlin—. Arriesgado. Sin embargo, mi padre solía decirme «Muchacha, si no corres ningún riesgo, nunca te ganarás un real». Debemos organizarlo todo. Siéntate. Eso requiere tiempo. Mandaré a buscar vino y queso.

—Ya hemos permanecido reunidas demasiado rato. Si alguna de ellas intentara escuchar y descubriera tu salvaguarda, ya estarían elucubrando ahora. No vale la pena despertar sus sospechas. Podemos concertar una cita mañana. —«Además, mi muy querida amiga, no puedo contártelo todo, ni exponerme a que averigües que te oculto algo.»

—Supongo que tienes razón. Pero será lo primero de que nos ocupemos por la mañana. Hay demasiadas cosas de las que debes ponerme al corriente.

—Por la mañana —convino Moraine. La Amyrlin se puso en pie y ambas se unieron de nuevo en un abrazo—. Por la mañana te explicaré cuanto debes saber.

Leane miró intensamente a Moraine cuando ésta apareció en la puerta y luego se precipitó en la estancia donde se hallaba la Amyrlin. Moraine trató de aparentar mortificación en el rostro, como si hubiera padecido una de las famosas charlas de recriminación de la Amyrlin, de las cuales salían la mayoría de las mujeres con los ojos desorbitados y las rodillas trémulas, pero aquella expresión le resultaba ajena. Evidenciaba más enfado que otra cosa, lo cual servía casi a igual propósito. Era vagamente consciente de las otras Aes Sedai que se hallaban en la antecámara; le pareció que algunas se habían ido y que otras habían llegado desde que ella entró, pero apenas si les dirigió la mirada. Era ya muy tarde y tenía mucho que hacer antes de que llegara la mañana. Mucho, antes de volver a hablar con la Sede Amyrlin.

Apresurando el paso, se introdujo en el dédalo de corredores de la fortaleza.

La columna que avanzaba por Tarabon con entrechocar de arneses habría causado gran impresión bajo la acerada luz de la luna si hubiera habido alguien en condiciones de verla. Dos mil Hijos de la Luz, a lomos de magníficos caballos, envueltos en tabardos y capas blancas, con armaduras bruñidas y su caravana de carromatos de provisiones, sus herreros y criados con la retahíla de remonta. Había algunos pueblos en aquellos parajes escasamente poblados de bosques, pero habían evitado los caminos e incluso los campos de los labriegos. Debían reunirse con… alguien en un diminuto pueblo cercano a la frontera norteña de Tarabon, en la orilla del llano de Almoth.

Geofram Bornhald, que cabalgaba a la cabeza de su hueste, se preguntaba qué sentido tenía todo aquello. Recordaba demasiado bien su entrevista con Pedron Niall, capitán general de los Hijos de la Luz, en Amador, pero sus pesquisas apenas habían dado resultado allí.

—Estamos solos, Geofram —había advertido el hombre de pelo blanco con débil voz de anciano—. Recuerdo que me prestaste el juramento hará… treinta y seis años.

—Mi señor capitán general, ¿puedo preguntaros por qué me ordenasteis regresar de Caemlyn con tanta urgencia? Con un poco más de presión, Morgase habría sido derribada del trono. Existen casas nobiliarias de Andor que consideran su relación con Tar Valon tal como lo hacemos nosotros y estaban dispuestas a hacer públicas sus pretensiones al trono. Dejé a Elmon Valda a cargo del ejército, pero él insistía en la necesidad de seguir a la heredera hasta Tar Valon. No me sorprendería enterarme de que ha raptado a la

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