Daenerys Targaryen intenta mitigar el rastro de sangre y fuego que dejó en las Ciudades Libres e intenta erradicar la esclavitud de Meereen. Mientras, un enano parricida, un príncipe de incógnito, un capitán implacable y un enigmático caballero acuden a la llamada de los dragones desde el otro lado del mar Angosto, ajenos al peligro que se cierne sobre el Norte, y que solo las menguadas huestes de uno de los reyes en discordia y la Guardia de la Noche se aprestan a afrontar.
George R. R. Martin
Danza de dragones
Canción de hielo y fuego – 5
ePUB v3.0
iBrain 06.07.12
Título original:
A Dance with Dragons
Primera edición: junio del 2012
© 201l. GeorgeRR. Martin
Traducción del inglés: ©2012, Cristina Macía
Nihil obstat: © 2012, Eva Feuerstein
Ilustración de cubierta, mapas y símbolos heráldicos: ©2012, Corominas
Derechos en lengua castellana reservados para España:
©2012,Gigamesh, S.L
Ediciones Gigamesh
C/Aribau, 26, entlo. l.ª
08011 Barcelona
Fotomecánica e impresión:
Novoprint, S. A.
C/ Energía, 53
08740 Sant Andreu de la Barca (Barcelona)
Industria Gráfica Rapu, S. A. (sobrecubierta)
Pol. Font del Radium, p. 39 Autovía de TAmetlla, km. 0,400
08400 Granollers (Barcelona)
ISBN: 978-84-96208-87-2
ISBN obra completa: 978-84-96208-43-8
Depósito legal: B-17545-2012
Se prohíbe la reproducción de cualquier parte de esta
publicación, así como su almacenaje o transmisión
por cualquier medio, sin permiso previo de la editorial.
Se prohíbe la reproducción de cualquier parte de esta publicación, así como su almacenaje o transmisión por cualquier medio, sin permiso previo de la editorial.
Editor original: iBrain (v1.0 a v2.8)
Colaborador Principal: Kinbi
Corrección de erratas: La gran familia de editores y colaboradores de EpubGratis, en especial: bpenmar, kinbi, Mangeloso, gusy2999, ramacci, nekue, fuegovalyrio, Cupcake.
ePub base v2.0
Este va para mis seguidores.
Para Lodey, Trebla, Siego, Pod,
Caress, Yags, X-Rayy Mr. X;
para Kate, Chataya, Mormont,
Mich, Jamie, Vanessa y Ro;
para Stubby, Louise,
Agravaine, ¡Veri, Malí, Jo,
Mouse, Telisiane, Blackfyre,
Bronn Stone, Coyote s Daughter,
y el resto de los locos y las salvajes
de la Brotherhood Without Banners.
Para los magos de mi web,
Elio y Linda, señores de Westeros;
Winter y Fabio, de WIC,
y Gibbs, de Dragonstone,
que lo puso todo en marcha.
Para los hombres y mujeres de Asshai, en España,
que nos cantaron sobre un oso y una hermosa doncella,
y para los fabulosos seguidores de Italia
que tanto vino me dieron;
para mis lectores de Finlandia, Alemania,
Brasil, Portugal, Francia, los Países Bajos
y todas las demás tierras lejanas
donde habéis estado esperando esta danza.
Y para todos los amigos y seguidores que aún me quedan por conocer.
Gracias por vuestra paciencia.
El anterior fue jodido. Este ha sido el triple de jodido y además un
hijo de puta. De nuevo, mi gratitud a mis sufridos editores a lo largo
del tiempo: a Jane Johnson y a Joy Chamberlain de Voyager, y a Scott
Shannon, Nita Taublib y Anne Groell de Bantman. Su compresión, su
buen humor, y sus sabios consejos me ayudaron en las partes más
difíciles, y nunca podré agradecerles lo suficiente su paciencia.
Gracias también a mis agentes, igual de pacientes y de gran ayuda:
Chris Lotts, Vince Gerardis, el fabuloso Kay McCauley, y el difunto
Ralph Vicinanza. Ralph, ojalá estuvieras aquí para compartir este día.
Y gracias a Stephen Boucher, el australiano trotamundos
que me ayuda a mantener mi ordenador engrasado y a punto
cuando se pasa por Santa Fe a desayunar un burrito
(en Navidad) con bacon y jalapeños.
De vuelta al hogar, también me corresponde dar las gracias
a mis queridos amigos Melinda Snodgrass y Daniel Abraham
por su apoyo y su ayuda, a mi webmaster Pati Nagle por mantener
mi rincón en Internet, y a la maravillosa Raya Golden
por los almuerzos, el arte, y ese inquebrantable buen humor que
ayudó a iluminar hasta los días más oscuros cerca de la estación
Terrapin. Aunque intentara robarme el gato.
Me ha llevado mucho tiempo danzar esta danza, pero seguro que
me hubiera llevado el doble si no hubiera sido por la ayuda de mi
leal (y mordaz) acólito y a veces compañero de viaje Ty Franck, que
se ocupa de mi ordenador cuando no está Stephen, mantiene a las
hordas voraces lejos de mi puerta virtual, corrige mis errores,
archiva mis cosas, me hace cafés, camina el camino, y cobra diez mil
dólares por cambiar una bombilla… Todo esto mientras escribe sus
propios e increíbles libros los miércoles.
Por último, pero ni muchísimo menos la última, todo mi amor y mi
gratitud a mi esposa, Parris, que ha bailado cada paso de esta danza
conmigo. Te quiero, Phipps.
George R. R. Martin 13 de mayo de 2011
NOTA A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
El trabajo editorial es, en ocasiones, tremendamente ingrato: son tantos los detalles que hay que tener en cuenta que ni todo el tiempo del mundo, ni todo el esmero, ni las toneladas de cariño que le ponemos evita que algo salga mal. Siempre sale algo mal. Y si, en algún momento, las carencias quedan disimuladas por la calidad del libro, tanto en contenido como en forma, el reconocimiento se obtiene a través de la ausencia de quejas. Asumimos, pues, la maldición del editor que se debe a su catálogo, y no al balance anual.
Cuando empezamos la andadura de traducir al castellano Canción de hielo y fuego no sabíamos en qué berenjenal nos estábamos metiendo. Si bien no teníamos ninguna duda de la calidad de la obra y del talento de George R. R. Martin, hubo momentos de incertidumbre. Pero el tiempo ha respaldado la apuesta, y desde aquel invierno del 2002 en que imprimimos una primera edición modesta de Juego de tronos hasta este Danza de dragones que tienes hoy en tus manos, miles y miles de lectores han quedado fascinados por la magia de esta historia, y han engrosado las filas de una inconmensurable legión de admiradores. Admiradores que han estado esperando con ansiedad. Esperamos colmar las expectativas sin que se resienta nuestra prioridad: que el libro, en su totalidad, cumpla con las más altas exigencias.
Por otra parte, reconocemos que disfrutamos del proceso de edición, no tan solo por la satisfacción de un trabajo que creemos bien hecho, sino por los magníficos profesionales (y mucho mejores personas) que han colaborado con la editorial en todas las áreas, con un compromiso hacia los lectores que va más allá de cualquier agradecimiento.
Aun así, no podemos dejar de mencionarlos, dado que, sin ellos, esta Danza de dragones quedaría, de alguna manera, incompleta. Así que nuestro infinito agradecimiento a Ana Díaz Eiriz, Virginia Saenz y Marino Santirso, porque sus ojos ven más allá del Muro de nuestro idioma; a los hombres y mujeres de Asshai, y en especial a Joan Miquel Cano y a David Alcoy, por la comprensión y el cariño puesto en la saga y en el autor; a Adela Ibáñez, porque sin ella esta Canción tendría unas estrofas muy diferentes, y a ti, lector, por seguir ahí esperando con infinita paciencia el batir de las alas de los dragones en estas páginas y en nuestra imaginación. Gracias.
ACLARACIÓN SOBRE LA CRONOLOGÍA
Ha pasado mucho tiempo entre libro y libro, ya lo sé, así que quizá se imponga recordar unas cuantas cosas.
El libro que tenéis entre manos es el quinto volumen de Canción de hielo y fuego. El cuarto fue Festín de cuervos, pero este libro no es una continuación en el sentido tradicional, ya que la acción es simultánea.
Tanto Danza como Festín retoman la trama inmediatamente después de los acontecimientos narrados en Tormenta de espadas, el tercer volumen de la serie. Festín se centra en lo que sucede en Desembarco del Rey y sus alrededores, así como en Dorne y las Islas del Hierro, mientras que Danza nos transporta al norte, hasta el Castillo Negro, el Muro y más allá, y también al otro lado del mar Angosto, a Pentos y la bahía de los Esclavos, para retomar las vivencias de Tyrion Lannister, Jon Nieve, Daenerys Targaryen y todos esos personajes que echasteis de menos en el volumen anterior. Son dos libros paralelos, no consecutivos, que no se dividen por la cronología, sino por la geografía.
Aunque solo hasta cierto punto.
Danza de dragones es más largo que Festín de cuervos y cubre un periodo mayor. En la segunda mitad de este libro veréis que reaparecen personajes de Festín de cuervos. Eso significa exactamente lo que significa: que la narración ha avanzado más allá del punto en que terminaba Festín, y los dos hilos han vuelto a unirse.
A continuación llegará Vientos de invierno, donde espero que volvamos a temblar de frío todos juntos.
George R. R. Martin Abril del 2011
Prólogo
La noche apestaba a hombre.
El cambiapieles se detuvo al pie de un árbol y olisqueó, con el pelaje pardusco moteado de sombras. Una ráfaga del viento que soplaba entre los pinos llevó hasta él el olor del hombre, por encima de otros más sutiles que hablaban del zorro y la liebre, de la foca y el venado, incluso del lobo. Sabía que estos también eran olores del hombre: el hedor de pieles viejas, muertas, agriadas, casi sofocado por otros más intensos: los del humo, la sangre y la putrefacción. Solo el hombre despojaba a otras bestias de su piel y usaba sus cueros y pelajes para vestirse.
Los cambiapieles no temían al hombre como lo temían los lobos. El odio y el hambre se le agolparon en el vientre, y dejó escapar un gruñido grave para llamar a su hermano tuerto y a su hermana menuda y astuta. Se lanzó corriendo entre los árboles, y su manada lo siguió de cerca. Los otros también habían captado el olor. Mientras corrían, veía por los ojos de sus acompañantes y se divisaba a sí mismo al frente. El aliento de la manada se alzaba en bocanadas cálidas y blancas que brotaban de las alargadas fauces grises. Se les había formado hielo entre los dedos, duro como la piedra, pero había empezado la cacería; la presa aguardaba.
«Carne», pensó el cambiapieles.
Por sí mismo, el hombre era poca cosa. Grande y fuerte, sí, y con buena vista, pero corto de oído e insensible a los olores. El ciervo, el alce y hasta la liebre eran más veloces; el oso y el jabalí, más fieros. Sin embargo, en manada, los hombres eran peligrosos. Cuando estuvieron más cerca de la presa, el cambiapieles oyó el berrido de un cachorro, el crujido de la nieve caída la noche anterior al quebrarse bajo las torpes patas del hombre, el